jueves, 27 de octubre de 2011

Gracias por el fuego


El relato de un incendio que arrasó con una porción de tierra y un potrero, me dio cierto grado de escalofríos. ¿Y si yo hubiese estado allí? El fuego me da miedo. Pero el relato me conmovió. Sé muy bien que el fuego purifica. Destruye todos los cimientos y limpia, para que crezca, lo que sea que tiene que crecer de nuevo, con fuerza, sanidad y belleza. En el relato, me dijeron que presenciaron un milagro. Cuando crees que lo perdiste todo, es justo cuando te puedes dar cuenta, que en realidad acabas de ganar más...una nueva vida robusta y henchida de esperanzas. Una vida real y sincera, sin los consabidos intereses creados. Porque por ahí dicen, que el amor y el interés se fueron al campo un día...
Por mi casa pasó el fuego. La carta de La Torre predijo la destrucción total de las formas existentes para dar paso a la renovación. El fuego no me quemó. Quemó los sentimientos que un día tuve, para que nunca más se me ocurriera ni el más leve intento de revivirlos. El fuego me salvó de todo lo que otros tendrán que padecer.
El fuego calcinó una estructura pre hecha de vida, para obligarme a que a base de temple, yo diseñara mi propio futuro y empezara a vivir, a vivir, a vivir mi presente tal y como soy .
Las cenizas ya se desperdigaron, no queda nada de ellas. Gracias por el fuego, como dijo Benedetti, hoy estoy libre y con bríos. Estoy como si estuviera sobre un caballo grande y veloz, que galopara por el campito de mis sueños.

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