jueves, 5 de noviembre de 2009

Las letras sobran.

Tres años.
Hoy tienes tres años en otro plano y nivel de conciencia. Tu espíritu evoluciona y se convierte en luz.
Me parece que hace siglos que no te veo, pero el dolor sigue intacto en el mismo centro de mi corazón, latiendo sin querer latir, doliendo sin querer doler.
El primer año tenía mucho que escribirte, vivimos apagando fuegos que se encendían de nuevo, quitando máscaras y obviando palabras y hechos que me rasgaban el alma. El segundo año, escribí menos, las aguas volvían a su nivel y cada cual se situaba en el lugar que le correspondía por su condición y circunstancias. Este año, hoy, sólo quiero decirte que te quiero y que no te olvido. Las letras están de más, porque cada día tengo menos fuerzas para escribir que te extraño y que el mundo, para mí no es mundo, porque no estás conmigo. Ya no quiero escribir, me basta con lo que siento.
Hay que seguir papi, viviendo, respirando, perdiendo la capacidad de asombro ante situaciones que nos pasan o personas que pasan. Mientras tanto, yo sólo quisiera estar sentada una vez más en tus piernas, sintiendo el aroma de la tarde, en tu terraza. Si tan sólo te hubiese podido abrazar una vez más, antes de que te fueras y todas las piezas del rompecabezas se perdieran.
Tres años. Y sólo quiero decirte que te extraño y te quiero con todas mis fuerzas.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

No hay sustos, es una vida mejor

Si no creyera que hay “algo” desconocido, omnipotente y omnipresente en la vida, hoy estaría en un lugar remoto, ignoto y muy solitario. Hoy estaría muerta, pero realmente, muerta.
No soy religiosa, no critico a los que lo son o a los que no lo son, pero por fin puedo decir quien soy, un ser espiritual que busca el camino para seguir, para evolucionar y para cumplir un plan divino, sea cual sea.
Y ese pensamiento me ha salvado en estos casi tres años en los que la presencia física de mi padre no está. El día en que murió, pensé que moriría con él, y de alguna forma, duré mucho tiempo muerta en vida, porque no entendía cómo es posible respirar y sentir tanto dolor al mismo tiempo. Pero claro, de alguna forma ese “ser”, ese… como le quieran llamar, me rescató de la oscuridad, no me sanó el dolor, pero me dio una explicación acerca de la muerte y sólo entonces, he podido seguir, con el mismo dolor, sí, pero con esperanza y fuerza.
La muerte es una transición, es una etapa en la que el alma abandona el cuerpo y sigue su camino hacia la evolución. Ya no vemos a ese ser humano físicamente, pero sigue estando cerca y lo mejor y más sabio que debemos hacer es recordar con amor y paz a esa persona que partió hacia un lugar mejor.
Sí, lloro todos los días por mi padre; lloro porque no lo veo, pero sé bien que está cerca, que no me abandona y que su alma se ha transformado en luz y camina su propio camino de perfeccionamiento. Nuestro cuerpo se cansa, envejece y al morir, nos liberamos de las limitaciones y somos simplemente seres luminosos, bueno, no todos, porque hay casos y cosas…Aunque eso es otra historia.
No importa los que creen o no, no importa la religión ni el credo o el dogma, hoy sólo quiero dejar claro que la muerte no es el final, sino el principio de una nueva etapa. Hoy mientras escucho a Elvis Presley, quien permanece vivo en los corazones de millones de personas, y tomo un chardonay de hechizo literalmente, quiero decir que hay luz, no tenemos que verla siempre, pero hay una emisión brillante que acompaña a aquellos que caminan por el sendero de la justicia y la bondad, y esa luz no se apaga cuando los ojos se cierran, no acaba cuando la farsa de la vida que vivimos cada día acaba. Es una luz eterna, imperecedera y de alguna u otra forma, todos, creamos o no, algún día viviremos inmersos en ella, flotando en una atmósfera de paz y plenitud –repito algunos porque… hay casos y cosas-, pero bien estaremos en la LUZ de una vida mejor.
La muerte llegó el sábado pasado, tocó la puerta de un hogar que amo, pero fue tan sólo para decir que no es muerte, es una transformación de vida, de una vida mejor. No lloremos, es un plano de conciencia mejor. No hay sustos, es una vida en evolución.

martes, 18 de agosto de 2009

Maneras de contar



No había vuelto a escribir en mi blog… una serie de eventos afortunados y variopintos me alejaron del teclado, no así de mis ideas. Aunque no escriba, tengo la manía de redactar mentalmente en esas horas en las que no tengo sueño, costumbre heredada de mi padre, el insomnio también.
Pero hoy la noche está particularmente rara, estoy cansada y sola, terriblemente sola, como por acto reflejo me senté frente a mi monitor y simplemente he dejado fluir mis manos para que formen vocales y consonantes que me lleven a decir algo, lo que sea que desee transmitir, no sé muy bien qué es.
Veamos…
Cuando escribimos estamos corriendo el riesgo de que nuestros lectores interpreten a su manera nuestras palabras, muchas veces esas interpretaciones están lejos de la realidad, pero cada cabeza es un mundo lleno de ideas, sentimientos y vivencias, eso es parte de nuestra existencia.
Siempre le escribimos a alguien, no estamos acostumbrados a que nos escriban, después de todo, nosotros somos los escritores. Pero cuando el caso es inverso y es a nosotros que se nos escribe, la verdad que la sensación es confusa; podríamos sentirnos eufóricos con las letras que nos regalan, podríamos saltar de regocijo y emoción. Podríamos ver los fuegos artificiales iluminando nuestro cielo personal. O bien, podríamos sentirnos desilusionados, desinflados y opacos, podríamos no sentir nada y eso es peor.
Cuando alguien nos escribe haciendo referencia a momentos compartidos, momentos “especiales” y “únicos” y los enlaza a momentos que ha compartido con otras personas, en otros tiempos remotos ya, en distintos contextos pero en esencia iguales, la sensación primaria es de inercia y desconcierto, para luego dar paso a la tristeza y el desencanto. No fuimos tan “especiales”, mucho menos “únicos”, si el pasado pesa más que el presente, no hemos sido nada.
¿Por qué vivir en el pasado?
¿Por qué escribir del pasado pensando en alguien presente?
¿Por qué hacer referencias de otras personas, cuando en realidad sólo queremos enfocarnos en una sola y qué está frente a nuestras narices?
Eso lo sabe cada escritor y sus maneras de contar, que en su justo derecho de escribir, puede hacerlo como quiera, sabiendo por supuesto que las reacciones de sus lectores serán diversas. Unos lo felicitan, otros lo aplauden, algunos lo exhortan a seguir y sólo esa persona por quien se escribió supuestamente y que no pudo entenderlo, sintió tristeza al leer comparaciones que no tienen por qué dejarse tintadas en una página cibernética.
La decepción es mayor, cuando vemos que justo lo que pensamos que era especial, sólo para nosotros, for your eyes only como la canción, fue nada más y nada menos que un grito desesperado por volver al pasado y revivir en mejores condiciones la experiencia. No pasó por nosotros, pasó para recordar el pasado al lado de nosotros. No es lo mismo, ni es igual.
Bueno, es que son maneras de contar. Así lo diría mi padre, mientras escribía en su máquina vieja y repleta de nostalgias y vivencias.

lunes, 29 de junio de 2009

La Maldición del Arenque Guisado


Mi infancia estuvo matizada de muchos símbolos y tradiciones que no puedo olvidar, porque la mayoría estaban muy relacionadas con mi padre. Los domingos en la mañana me despertaba siempre el intenso olor del arenque que mi madre le preparaba a papi. Cortaba con esmero los ajíes de diferentes colores, la cebolla, el ajo y las verduras y hacía un sofrito que abría la puerta del estómago inmediatamente. Hacer el arenque de mi papá era todo un ritual, porque no podía estar muy desmenuzado, ni muy salado, ni muy duro, era un arte que con los años mi madre fue perfeccionando. Poco a poco el arenque guisado de mi papá atraía más comensales a nuestra mesa cada domingo y era el inicio de los debates políticos y literarios de la semana. El arenque de doña Olga cobraba fama, a pesar de que la unión sentimental de mis padres iba en descenso, hasta el punto en el que cuando tuve cierta edad, mi madre me traspasó todos sus secretos mágicos en el arte de su elaboración, para que yo, hija mimada y consentida de mi padre, fuera quien lo preparara cada domingo…hasta aquél en el que él no estuvo en la casa, el matrimonio se había disuelto y las mañanas del primer día de la semana se quedaron sin arenque. Mi madre formuló su postulado: “las mujeres que preparan con tanto esmero la comida de sus esposos, eventualmente son desplazadas por otras menos abnegadas” decía, es más, mi madre llamó a este síndrome “La Maldición del Arenque Guisado”. Este es un enunciado que nunca entendí, porque en mi mundo particular pienso que cuando se nos trata bien, cuando se nos halaga y se tienen detalles para con nosotros, es cuando debemos ser más receptivos y estables. Pero comprendo que mi madre se sintiera dolida profundamente, cuando mi padre en su momento, no valoró todos aquellos pequeños y grandes detalles que ella le prodigaba, como por ejemplo cada mañana de domingo, empezar tempranito la sesión del arenque guisado, en vez de quedarse acostada durmiendo un poco más; para ella, una ama de casa, criada para ser la mejor de ellas, pasando horas dentro de una cocina en el día de “descanso”, con calor, sin microondas ni cuchillos eléctricos era toda una demostración de afecto, dedicación y admiración hacia él. Años, muchos años después mi padre finalmente lo dijo, “adoraba el arenque guisado de tu madre”, pero el tiempo había pasado y el frío se había apoderado de la relación. Pero como las tradiciones se adhieren al espíritu de las personas, yo cual Martha Stewart dominicana (pero pagando mis impuestos), me aventuré a cocinar arenque, SI!!!!!!! escogía en el super los mejores filetes, para el sofrito, me esmeraba en el corte de los ajíes, ajo, cebolla y verduras y claro, no usaba salsa de tomate, sino tomates pelados y hervidos, todo para agradar a esa persona que me recordaba mucho a mi padre, por su inteligencia, su agilidad mental, su creatividad y sus gustos similares en cuanto a bebidas y comidas. Lo extraño era que cada vez que le llevaba al individuo en cuestión el suculento platillo, pasaban meses sin saber de él. Esto pasó más de una vez. Y no, NO era que el arenque estaba salado o duro, ni poco desmenuzado o sin el adecuado sazón. Estuvieron preparados con admiración, cariño y dedicación, y con los mejores ingredientes del mercado! Y entonces ¿Qué pasó? Sencillo, mi madre la llamó “La Maldición del Arenque Guisado”, un bonito nombre para decir que la persona no estaba sencillamente al parecer interesada en absolutamente nada permanente a nuestro lado, al menos por el momento. Mientras tanto uno siempre espera que de todas formas degusten el arenque, el que dicho sea de paso aporta vitaminas e ímpetu.

viernes, 26 de junio de 2009

El Hombre en el espejo




Ha muerto inesperadamente. Deja su legado musical enorme. Desde niño, cuando subía al escenario, lo iluminaba, porque él era una luz brillante, a veces demasiado, tanto que llegó a quemar su propia piel.
Inició su carrera artística en los sesentas con The Jackson Five, pero él era la esencia del grupo, sus 4 hermanos eran los hermanos de Michael Jackson. Y luego cuando despegó solo y emprendió su camino hacia la fama, dejó por siempre y para siempre su huella en el mundo de la música global. Su huella indeleble.
No importan sus escándalos, las acusaciones de las que fue objeto, el misterio que envolvía su vida, ni mucho menos la transformación física a la que se sometió durante décadas. Hoy cuando ya no está en este plano físico, sólo queda su talento indiscutible plasmado en cada una de sus canciones.
Michael Jackson era y seguirá siendo El ICONO. El Rey del Pop, “el hombre en el espejo”, que pidió cambios para lograr un mundo mejor, pero sabiendo que esto sólo es posible cuando nos miramos a nosotros mismos y generamos un cambio personal.
Que descanse en paz el alma de Michael.
“I'm starting with the man in the mirror I'm asking him to change his ways And no message could have been any clearer If you wanna make the world a better place Take a look at yourself, and then make a change” M.J.

martes, 23 de junio de 2009

El, ella... sin nada en particular



El se lo dijo, que lo leyera, pero nos sus letras, sino a él mismo. El le dijo que deseaba su liberación. El le dijo que ella era un ser único. El le dijo que se aburrió de las falsas moralidades y que deseaba sólo una moral para disfrutar. El le dijo que deseaba sus besos. El le dijo que tenía un corazón a pesar de las apariencias, pero un corazón que late de verdad, que se emociona, que se entristece y que necesita amor. El le dijo que creyera en él. El le dijo que estaba disponible siempre para apoyarla. El le dijo que se sentía feliz por sus triunfos.
La distancia los separa, la distancia autoimpuesta; aún sus besos no se consuman. Los protocolos los alejan, aún sus vidas cursan caminos distintos. Aún el miedo a descubrir los sentimientos los coloca en la indiferencia e incertidumbre. Y lo peor, es que aún ella no cree en sus palabras y el no hace que ella las crea. La confianza dura mucho tiempo en construirse y un sólo minuto en deshacerse. El le mintió y ella no lo olvida, a pesar de que lo perdonó.
Y así sus vidas son burbujas que vuelan hacia direcciones distintas, a pesar de que ella lo quiere y él a veces siente aprecio por ella. A veces...
Es la historia de dos personas que me pareció interesante transcribir en un blog. El final de ellos, fue el olvido, que es largo, mucho más que el amor, ese sentimiento que no creo que en algún momento se haya cobijado dentro de él.
Es una historia que encontré escondida en un libro viejo y maltratado, pero que conserva la esencia y el orgullo. Es un libro olvidado, en el último cajón del armario. Es una historia como muchas otras… el amor, el deseo, la distancia, el olvido, las apariencias, los mal entendidos.
El está en su refugio y ella fabricó un refugio.
Y yo leo estas páginas e imagino cómo fue su idilio, qué tan sincero pudo ser y cómo habría podido subsistir, sin tan sólo el o ella hubiesen querido o quizás quisieron y no supieron perseverar o quizás él no quiso por miedo a amar y ella por miedo a ser defrauda una vez más. O quizás...
Ella supo que el no la quería y él supo que no la podía querer y así hace 20 años la historia de amor que debió nacer, se quedó en el limbo de los sueños y dejó de respirar, de vivir, de ser… Es una historia sin nada en particular, como tantas otras. Es simplemente una historia, ni siquiera sé si es verdadera.
He querido transcribir esto, hoy una noche común y corriente del mes junio. Sin ninguna particularidad insisto, sólo encontré una historia de amor fallida escondida en un libro añejo, como tantas otras más. Y aún pienso, habrá en algún momento la esperanza de unirlos? Ni siquiera sé dónde están.
Dos personas que se parecen, que tienen los mismos intereses, que se entienden y que se unen como cristales cóncavos y convexos. Que solían arder de pasión. Podría pensar que lo de ellos simplemente fue una estrella fugaz que no significó... o quizás significó, pero el o ella no quisieron que significara. Que complejo es el amor o el desamor o el amor sin ser amor...
Es una historia que se repite, pero el miedo, las armaduras, los caparazones son escondites para no ser cómo se es y para aparentar ser lo que no se es.
Ella y el... sin nada en particular y con todos los sentimientos que sentir y expresar. ¿Algún día tendrían una oportunidad? Ella lo admira ¿pero el la amará?
Una historia sin nada en particular.

lunes, 15 de junio de 2009

La efervescencia

¿Usted sabe lo qué es la efervescencia? Veamos algunas definiciones: La efervescencia es un desprendimiento de burbujas gaseosas a través de un líquido. O bien es un proceso por el cual se da una reacción de escape de este gas es el denominado "Dióxido de carbono". Una más…reacción en fase líquida que genera como producto algún gas insoluble en el medio, generalmente dióxido de carbono en agua, y por lo tanto, escapa en forma de burbujas.
Pregunto de nuevo ¿usted sabe lo qué es la efervescencia? ¿Podría ser agitación, inquietud, acaloramiento de los ánimos? ¿Y qué le parece si llamamos efervescencia a el comportamiento de ciertas personas cuyos ánimos fluctúan constantemente? Peor aún, cuyas demostraciones de afecto y simpatía cambian continuamente, algo así como subir y bajar y subir y bajar y volver a subir y bajar. El mismo efecto que obtenemos si agitamos una botella de refresco carbonatado, o bien, para los más sofisticados, una botella de champagne y la abrimos/descorchamos y zasssss sube todo el líquido estrepitosamente y se desborda como si fuera magia y hay que apresurarse para aprovechar el máximo porque sino simplemente… baja al fondo, termina la emoción, acaba todo. Esto es efervescencia y estoy segura que ustedes tendrán una o dos o tres historias que contar relativas a este fenómeno, cada vez mayor de la población mundial.
Es simple, son esas personas que llaman, que buscan, que mandan mensajes por todas las vías posibles y que tratan a toda costa de captar tu atención ya sea a nivel corporativo, a nivel de amistad o el peor de todos los niveles, el sentimental y justamente cuando ya la víctima se acostumbra a toda esa fastuosidad de ceremonias y risas y maravillas, pasa, sí, pasa, ataca la efervescencia y ese ser que ha colmado de atenciones, de momentos hermosos y deleite se va, baja todo lo que un día estaba allá alto, en la cima del Olimpo. Justo como pasa con aquella botella de bebida carbonatada para los más prácticos y sencillos, y si aquella persona fue un poco más socialité, pues una esbelta botella de champagne. Sus burbujas se elevaron sólo para caerse duramente al fondo de una botella que ya estaba sin cuerpo y por supuesto vacía. Queda la lección aprendida, nada que suba tan rápido tiene permanencia. Por favor, la próxima vez descorche lentamente la cava para que disfrute por más tiempo su delicioso sabor o simplemente a ese refresco carbonatado, destápelo con cuidado, échele al vaso unos cuantos cubos de hielo y toméselo con calma, que así le dura más. No en vano dijo El Poeta, que corto es el amor y que largo es el olvido. No lo olvide.

viernes, 12 de junio de 2009

Aliro Paulino, uno de los robles en el camino



No he vuelto a su casa desde que murió. Quizás por la tendencia de esconderme del dolor de su partida en mi caparazón canceriano. No he vuelto a hablar con su esposa Marianella, mi amiga y buena consejera, a pesar de que pienso en ella constantemente y en cómo se debe sentir.
Para mi Aliro Paulino era un padre, desde pequeña lo veía en mi casa y siempre supe que era el gran amigo de mi papá, con quien compartió innumerables experiencias en el camino de más de 50 años de amistad.
Fue un gran hijo, padre, esposo, amigo. Honorable ciudadano, con vocación política, la de servir, la de mejorar la Nación a través de las acciones. Diplomático por excelencia, debió ser tomado más en cuenta para representar nuestro país en otras naciones. Debió ser tomado más en cuenta simplemente… dibujante, escritor, historiador, masón. Le pasó lo que le pasa a los hombres como él en nuestro admirable país, que por ser tan apegados a la ética y la justicia se les cierra el paso.
Me acostumbré a verlo siempre junto a mi padre, se complementaban; papi era más reservado y Aliro era espontáneo, tenía el arte de narrar las situaciones, veía el lado bueno de todo y salpicaba de humor las tantas anécdotas que atesoraba.
La primera vez que participé en el programa de televisión de papi “Comentarios Sabatinos” lo hice con Aliro, fue algo simbólico, decía mi papá, porque estaba al lado de mis dos figuras paternales. Me preguntó si no me importaba estar al lado de dos viejos robles y yo por supuesto contesté que no, si estaba al lado de dos troncos repletos de sabiduría.
No puedo olvidar ese triste día de octubre 23 del 2006, mi padre estaba ingresado en cuidados intensivos, producto de un derrame cerebral. No eran permitidas las visitas por obvias razones, pero Aliro no era visita, era familia. Estábamos los tres en la habitación, mi padre no podía hablar ni moverse, pero en sus ojos reflejaba todo lo que sentía, Aliro y yo lo sabíamos, lo sentíamos también. Los tres en silencio, con la honda pena de una próxima despedida. Aliro sostuvo la mano de mi padre por horas… los grandes amigos se decían adiós. El día de su muerte, el 5 de noviembre de ese año, Aliro tembloroso quiso decir palabras que no llegaron a nacer, papi ya se había marchado. Y a partir de ese momento me refugié en él, iba a su casa pintada de tantos recuerdos y pasábamos horas rememorando el pasado y siempre, siempre, siempre que nos despedíamos, nos abrazábamos sin poder contener las lágrimas.
Y hoy, también él se fue, Aliro ya no está desde febrero de este año y aún no me lo creo, me he quedado sin mis padres y siento la soledad de esas dos pérdidas.
No he vuelto a su casa ni he hablado con su esposa a quien admiro inmensamente, por ser una mujer de temple, firmeza, carácter y estoicismo. No sabría qué decirle, no podría darle ánimos, porque aún no asimilo que Aliro Paulino ya no está entre nosotros. Sé bien que su alma está en evolución y que está en otro plano de conciencia, sin embargo me hace falta, igual que me hace falta mi padre y me cuesta superar esas dos partidas. Nunca he sido buena en las despedidas.
Envío luz para esas dos almas y oro para que Dios nos de la suficiente fuerza para seguir adelante sin ellos, los robles del camino.
No quiero decirle adiós a Aliro Paulino, quiero decir un hasta luego con todo el amor que le tengo.

Una reflexión maternal



Desde niñas nos regalan la muñeca, para que vayamos adiestrándonos en lo que nos dicen que es la misión de nuestra vida, crecer y convertirnos en madres. Nos dicen que cuidemos a esa muñequita, que la acurruquemos, le cambiemos la ropita y si viene incluido el biberón de juguete, que a cada cierto tiempo se lo demos, porque los bebés son delicados y hay que saber alimentarlos. Nos dicen que ser madre es lo más maravilloso que existe, que es la realización de una mujer y así vamos creciendo y suspirando por ese día en que una nueva vida empiece a crecer en nuestro vientre, atiborradas de toda la artillería de mensajes maravillosos.
Hoy con un hijo de casi ocho años y de haber sentido a plenitud todos los "sentimientos maravillosos" en torno a la maternidad, concluyo con que en nuestra sociedad no se nos enseña la realidad que encierra ser madre, lo único que escuchamos son las “maravillas”, pero no se nos habla de las responsabilidades, de las angustias, de las incertidumbres y del valor que amerita ser MADRE.
Cuando somos madres no vivimos eternamente en un mágico reino de alegrías y sonrisas, la tercera parte de los días estamos pensando en cómo educar a nuestros hijos y hacer de ellos hombres y mujeres de bien en el futuro, tarea difícil en una sociedad consumista, que invierte valores sólidos, en donde la familia sufre una desarticulación acelerada. Con más de un 55 % de hogares en donde la mujer está sola y a cargo de la responsabilidad económica y la educación de los hijos. Cuando somos madres estamos lidiando con la misión de mantener un equilibrio entre la vida propia y la tarea maternal, agregando la carga respectiva de sentimientos de culpa y remordimientos que sentimos porque no se nos enseña que es correcto mantener nuestro espacio al tiempo de ser madres; hemos recibimos una educación que nos inculca que desde el instante en que nos convertimos en mamás, nos envolvemos en el cordón umbilical eternamente y dejamos de “existir” como mujeres, porque hemos crecido sólo para llenar nuestro rol de madre. Entonces estamos lidiando con el equilibrio personal y maternal, con la responsabilidad económica del hogar, con la educación sólida y con la previsión del futuro…con todo esto la maravilla de ser madre se convierte en un reto al que no nos preparan y nos golpea de repente la realidad como un vaso de agua helada.
¿Y qué es esa realidad? Que para ser madre hay que estar aptas emocionalmente, que vamos a asumir la responsabilidad de traer a través de nosotras otro ser vivo, al que hay que amar, educar, enseñar y muchas veces hasta con dolor castigar. Agreguemos las noches en vela que serán la compañía a partir de ahora y que debemos de tener la entereza de saber que a veces no seremos las protagonistas de la vida de nuestros hijos y que a esos hijos debemos aceptarlos tal y cual son desde pequeños hasta que sean adultos y tomen las riendas de su vida y más que cualquier otra cosa, no se nos enseña que nuestros hijos, no nos pertenecen y por lo tanto es nuestro deber ayudarlos a crecer con independencia y personalidad propia para que cuando a ellos les toque un día ser padres, sean un tomo corregido, renovado y mejorado de nosotros mismos.
Sí, ser madre es lo mejor que me ha pasado y ha sido la experiencia dulce… y agria que impulsa mi vida a seguir y que me hace llorar y reír, me hace temer y reflexionar, me motiva a ser yo misma a pesar de entregarle cada día la vida a mi hijo.

domingo, 24 de mayo de 2009

La escalera de sueños que llega al cielo



Dicen que de sueños no se puede vivir. Dicen que los sueños, sueños son y ¿quién soy yo para discutir con Calderón de la Barca? Pero que maravilloso sería soñar y que esos sueños se hiciesen realidad. Hay personas que sueñan despiertas, porque sus circunstancias no son halagadoras y hay personas que luchan por sus sueños, porque entienden que éstos pueden cambiar el curso de la Historia o de su historia personal.
La interpretación de los sueños se cataloga como una superstición, muy difundida por cierto. Ya en las antiguas literaturas orientales, desde la egipcia hasta a la mesopotámica, aparece la creencia de que los sueños tienen un valor premonitor y que anticipan la realidad futura, de allí aparece una compleja ciencia destinada a interpretarlos. Las civilizaciones del mundo antiguo, el sueño se mantuvo sobre todo como expresión y manifestación de lo divino.
La Biblia en el libro del Génesis el sueño es el medio elegido por el Señor para anunciar a Jacob su fecunda posteridad y la conquista de la Tierra Prometida: “Tuve un sueño y había una escalera apoyada en la tierra, cuya cima tocaba el cielo, y los ángeles del Señor subían y bajaban por ella…”.
También entre los primitivos la importancia del sueño era primordial. Algunas tribus de África creen que el hombre tiene cuatro almas, y que una de ellas es el alma-sueño, que duerme cuando el hombre está despierto y despierta cuando éste duerme, entonces es cuando sale al encuentro de otras almas.
Lo cierto es que soñamos, hay teorías neurológicas, metafísicas, psicológicas….Hace décadas un hombre con lentes y voz enérgica dirigiéndose a una multitud dijo: “Yo tengo un sueño que mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación donde no serán juzgados por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. Yo tengo un sueño que un día cada valle será exaltado, cada colina y montaña será bajada, los sitios escarpados serán aplanados y los sitios sinuosos serán enderezados, y que la gloria del Señor será revelada, y toda la carne la verá al unísono". El sueño de Marthin Luther King
Hoy el mundo espera que el primer presidente afroamericano de los EEUU, Barack Obama cumpla el sueño del dr. King.
Cuántos sueños andan soñándose cada noche, por un mejor mundo, por el cese de las guerras, el trato ético a todos los seres humanos, el respeto por la naturaleza y los animales, por la armonía, por un amor. Son tantos y de tantos…
Yo tengo un sueño…ver mi país, como lo vio en su genio Pedro Mir. Quiero sentirme feliz porque estamos educándonos, porque somos mejores ciudadanos, porque no hay impunidad, porque volvemos a los valores reales y porque más que cualquier cosa, queremos vivir en nuestro propio país y no huir de él, ya que tenemos aquí oportunidades de una vida plena, por medio del trabajo honesto que nos da recompensas justas. Yo tengo ese sueño y muchos más, tantos que forman una escalera que llega el cielo.

lunes, 18 de mayo de 2009

El oficio de vivir


Todo pasa tan deprisa en la vida. Es como si el tiempo anduviera en una competencia constante y feroz con el... tiempo. Estamos inmersos en nuestros afanes y tenemos una existencia con tantas cotidianidades e incomodidades, que a veces no nos alcanza la razón para darnos cuenta de todo lo que nos rodea. Salimos y entramos, hablamos, comemos y hasta nos divertimos en una forma acelerada porque siempre hay mucho que hacer y poco tiempo para hacerlo. Y en medio de toda la vorágine, la gente que va y viene, que nos habla, que nos pregunta, que se nos adelanta o nos hace retrasar... Cada una de esas personas con las que tenemos que tratar diariamente y que a veces nos parece que han llegado de continentes diferentes, de hecho, a veces es cierto, al menos de países distintos y no parecemos entendernos. Entonces perdemos la paciencia a menudo y se nos llena la cabeza de tensión y andamos en la calle con una cara de sustos que se empeora cuando perdemos 20 minutos en un tapón. Y es cuando empieza el rosario de quejas...
Pero por qué no pensar que tenemos la dicha de vivir en un mundo en donde sus habitantes son imperfectos, somos imperfectos eso es todo. No podemos perder la carrera con el tiempo lamentándonos a diario, porque corremos el riesgo de no apreciar las maravillas que nos cruzan por el camino. Cultivando la tolerancia y la paciencia, tendremos acceso a abrirnos cada día un poco más a la virtud del alma. Veamos nuestro cristal hacia el exterior de una forma diáfana y que nada ni nadie lo pueda empañar. A fin de cuentas, es el oficio de vivir.

domingo, 17 de mayo de 2009

Soledades




Cuando uno permanece mucho tiempo solo, cuando pasan años y años sin que el diálogo vivificante y buceador lo estimule a llevar esa modesta civilización del alma que se llama lucidez, hasta las zonas más intrincadas del instinto, hasta esas tierras realmente vírgenes, inexploradas de los deseos, de los sentimientos, de las repulsiones... cuando esa soledad se convierte en rutina, uno va perdiendo inexorablemente la capacidad de sentirse sacudido, de sentirse vivir”.
¿A quién no le hace reflexionar esta frase de Mario Benedetti?, quien acaba de partir hacia otro nivel de conciencia. Acaba de morir su cuerpo, más no su alma, y por él escribo sobre la soledad, uno de los temas que más le apasionaba y uno de mis temas en mi oficio de vivir.

¿Quién diría que la soledad es buena? Hay voces que proclaman que el ser humano está en completa capacidad de sobrevivir solo. Quizás si, pero sobrevivir no es vivir. Una cosa es ser independiente, habitar individualmente un espacio, estar sin pareja al momento o estar pasando por alguna situación que amerite alejarse de la gente y hasta de la civilización, a estar solo completamente, sin otra alma que deambule por donde transita la nuestra. Pienso que muchas personas acuden a un aislamiento voluntario por temor, como resultado de decepciones y tristezas. Es un escape, un mecanismo de defensa, porque seamos claros, en la soledad nadie nos deja. No miento si digo, que en ocasiones a cada uno de nosotros nos surgen esos deseos despavoridos de salir corriendo y parar cuando ya se nos rindan las fuerzas. Entonces acampar en algún lugar remoto en donde nada ni nadie nos pueda importunar y acurrucarnos en la armadura que nos protege y nos aísla. Pero luego, cuando las aguas vuelven a su nivel y el bálsamo del tiempo nos cura las heridas, deseamos volver a esa civilización que un día abandonamos presos del dolor y la tristeza y que ahora se nos antoja como una caja de sorpresas que deseamos descubrir. En la soledad nadie te molesta, pero tampoco sientes el calor de un abrazo, la sensación reconfortante de una palabra, el apoyo de esos que nos aman sin condiciones, las caricias que encienden pasiones, el beso que hace vibrar.
En la soledad, pese al silencio aparentemente anestésico que la rodea, es presa también del frío y la pesadez. No olvidamos en la soledad, solo nos envolvemos en una cómoda amnesia, pero siempre vienen esos cinco minutos antes de dormir en el que desfilan uno a uno los acontecimientos que nos hacen reír o llorar, más llorar que reír por supuesto. Lo lamentable es que muchas veces por ese deseo de evasión nos quedamos solos, tan solos y perdemos las oportunidades para ser feliz finalmente. No es fácil volver a levantarse después de los fracasos, se necesita valor y fe, dos cualidades que precisamente salen lesionadas por el dolor. Pero nadie dijo que la vida sería un jardín lleno de rosas y pasto verde. Hoy quizás estamos mal, pero todo pasa y tarde o temprano el tiempo de volver vendrá. La soledad puede ser una tregua, que le daremos a nuestros sentidos para que descansen, para que recobren sus energías y para que se impulsen de nuevo a seguir el recorrido. Cada día tiene su carga y mañana por más larga que se nos presente la noche, llegará la luz del alba. Y ante todo, demos gracias por cada lágrima, que todo tiene una causa y hasta quizás un azar. Esto es para todos aquellos que aún dicen que prefieren quedarse solos. Esto es para mi que hasta hace dos días era mi rol a seguir. Pero una causa o un azar se ha cruzado y empieza a tejer hilos de luz de esperanzas, que atemorizan pero que emocionan a la vez. Ya no quiero perder la “inexorable capacidad de sentirme sacudida, de sentirme viva”.
Los dejo con las letras de Benedetti, mi admirado Benedetti que ahora descansa en un plano superior: “La felicidad, la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y hasta bastante menos agradable de lo que uno tiende siempre a soñar. La gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más que por haber creído que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo”.

La Verdad



Que feo es eso de que le digan a uno la verdad, sobre todo si se trata de esas verdades que uno ha evitado decirse aún en los soliloquios matinales, cuando recién se despierta y se murmuran pavadas amargas, profundamente antipáticas, cargadas de autorrencor, a las que es necesario disipar antes de despertarse por completo y ponerse la máscara que, en el resto del día, verán los otros y veré en los otros”. Mario Benedetti en La Tregua, lo dice bien.
La verdad marca profundamente el espíritu, pero es el único camino que conduce a la real y efectiva libertad; a pesar de que este no es un camino de rosas y sedas, es el destino por el que todos deberíamos aspirar a transitar. Sin embargo la gente miente por muchas razones…patotolgias, conveniencias, miedo...y hay gente que miente por que sí, sin causas, sin explicación, simplemente mienten, no han asimilado la diferencia entre la verdad y la mentira, no son personas enfermas, simplemente mienten y van dejando en su paso, semejante estela de no verdades que se van enmarañando y una lista de víctimas.
La verdad no tiene tonalidades ni alternativas y debe ser norma del ser humano. Lo que pasa, es que a medida que crecemos y nos adentramos en el mundo, nos damos cuenta que decir siempre la verdad, es un asunto poco cómodo y convenientemente, recurrimos a las excusas, a las mentirillas blancas y piadosas, o bien, al destierro absoluto de todo vestigio de sinceridad. En nuestra sociedad, muchas veces decir la verdad, sea cual sea el tema, se califica como “políticamente incorrecto” y los más sagaces, aprenden el arte distinguido de disfrazar las palabras, ataviados de esa máscara que hace alusión Benedetti y que durante los días ven los demás y ve a los demás.
Decir la verdad es un ejercicio de conciencia. Va desde el niño que se lleva el chocolate del supermercado en el bolsillo, hasta el político consumado que jura por su honor, haber estado muy alejado de los actos de corrupción. Y así nos vamos envolviendo en el círculo vicioso de las mentiras y sin darnos cuenta, se nos pasa la vida dando vueltas y tumbos sin encontrar la salida.
Decir la verdad es un acto de honestidad, no una debilidad. Es un acto de respeto, no de sumisión. Es elevar la conciencia, no bajar la guardia y la defensa. Cuando decimos la verdad, nos engrandecemos como seres humanos, como sociedad y como nación. Cuando el ex presidente de los Estados Unidos de América, Bill Clinton, estuvo envuelto en el desafortunado asunto con la ex becaria Monika Lewinsky, sus principales asesores le sugirieron nada más y nada menos, que dijera la verdad ante el mundo; ha pasado a la posteridad como el presidente que se atrevió a decir la verdad, hoy su esposa Hillary Clinton es Secretaria de Estado de los EEUU. No siendo así el caso de Richard Nixon, que por ocultar informaciones acerca del asunto Watergate y otros más, ha pasado a la historia con el sobre nombre “Dick the liar” (Dick el tramposo).
Decir la verdad no es gracioso ni fácil, ni siquiera conveniente en muchas ocasiones, nadie lo duda. No podemos tampoco ir por la vida, diciendo nuestra verdad particular a diestra y siniestra. Simplemente podríamos tratar día por día, de respetar el ejercicio de la verdad como profesionales, como ciudadanos, como familia y en lo posible, hacer uso de él.

sábado, 16 de mayo de 2009

Los hilos del amor



No son tiempos fáciles para el amor. Hermanos con hermanos en disputa, amigos desleales, compañeros de trabajo ensañados con otros, parejas viviendo el engaño. Se va perdiendo la esperanza y se apodera de nosotros una desmoralización que nos va consumiendo. Corremos el riesgo de convertirnos en autómatas supuestamente “viviendo” y nos encerrarnos en una armadura hueca por dentro, de apariencia externa fuerte y nos creemos capaces de superarlo todo, sin la mínima necesidad de amar o de que nos amen. Y a viva voz decimos a los cuatro vientos que queremos estar solos y que la felicidad está dentro de uno mismo, algo que suena maravilloso, pero que no es un concepto que me convence. Como seres humanos debemos tratar de crecer a nivel espiritual y no debemos depositar nuestro bienestar emocional en otro mortal, pero no menos cierto es que necesitamos la compañía de alguien, necesitamos el apoyo familiar, la aceptación de las amistades, un abrazo fuerte y una palabra cariñosa de ser posible a diario, un beso, una caricia, una mirada. No hemos nacido para vivir solos y no creo que haya esa criatura sobre la faz de la tierra que en verdad prefiera la soledad. Claro, estamos en caos. Al que habla mucho de amor le dicen “lento”. El que vive como un pica flor le llaman “apero”. A los muy familiares “quedaos”. Los del medio social, sin muchos preámbulos para la diversión desenfrenada están “in” y al que sale de vez en cuando, lo llaman inadaptado. Pese a esto no todo está perdido, hay seres que siguen soñando con los sentimientos, que respetan a los demás y que tienen vocación para servir al prójimo. Y son seres que saltan, bailan, que ríen, lloran, discuten, se deprimen... que no necesariamente los fines de semana se quedan en hibernación en sus casas. Son seres normales y punto, pero que creen en el amor, la lealtad, la solidaridad y la fidelidad. Hay mucho desorden emocional, pero también hay mucha ternura a la vuelta de la esquina. Si tratamos de limpiar un poco la ventana y ver los colores brillantes de afuera, nacerá cada día más en nosotros la esperanza por un mundo mejor y por favor, que esto no suene a cliché o una frasecita de una tarjeta Hallmark. Es posible volver a lo simple e imperecedero, al verdadero, eterno, genuino y esencial significado del hombre… amar y ser amado.
Jacinto Benavente decía refiriéndose a las personas:“ Y en ellas visteis, como en las farsas de la vida, que a estos muñecos, como a los humanos, muévanlos corderillos groseros, que son los intereses, las pasioncillas, los engaños y todas las miserias de su condición: tiran unos de sus pies y los llevan a tristes andanzas; tiran otros de sus manos, que trabajan con pena, luchan con rabia, hurtan con astucia, matan con violencia. Pero entre todos ellos, desciende a veces del cielo al corazón un hilo sutil, como tejido con luz de sol y con luz de luna; el hilo del amor, que a los humanos, como a esos muñecos que semejan humanos, les hace parecer divinos y trae a nuestra frente resplandores de aurora y pone alas en nuestro corazón y nos dice que no todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba”.







jueves, 14 de mayo de 2009

Asuntos Bíblicos.. a propósito del padre Alberto y la Iglesia Católica


A veces, suelo deambular por entre los tesoros que eran de mi padre, que no son otra cosa que sus libros. Hace poco, mi vista se detuvo en uno en especial. Un libro peculiar, sin dudas; una joya literaria, escrito por uno de los mejores autores españoles contemporáneos, Fernando Díaz-Plaja y su “La Biblia Contada a los Mayores”.
Es una obra controvertida, fascinante y original, salpicada de una picardía e ironía que Díaz- Plaja domina a la perfección. El lector, debe abrir su mente, porque esos “asuntos bíblicos”, son abordados con objetividad pero no por eso, dejan de herir la susceptibilidad de muchos religiosos. No es mi caso; La Biblia es una obra maestra, el Libro Sagrado, cargado de simbologías y analogías, de historias relatadas muchas veces apegadas a la realidad que varía el tiempo y otra tantas, a la fantasía.
Es un libro que nos regala en cada página, una enseñanza y que cada cual, dependiendo de sus creencias y tendencias, asimilará en una forma diferente. Para mí, en mi humilde opinión, sería absurdo pensar que uno u otros creyentes de las distintas religiones, tienen la verdad absoluta y la única llave que abre las puertas hacia la salvación.
Todos somos hijos de un ser Supremo y Omnipotente, las religiones son sólo el medio de dividirnos en grupos, muchas veces como si fuéramos ganado de distintas clases, agrupados en diferentes corrales. Pero este no es el asunto. Nuestro tema es develar un poco el contenido de La Biblia Contada a los Mayores, un libro que escoge algunos episodios del Antiguo Testamento y le hace un análisis apegado a la objetividad.
Como bien comenta Díaz-Plaja, “intento poner cierta lógica y razonamiento en el confuso deambular de los hechos y espero que nadie se ofenda con estas páginas”...
En la estampa primera de su libro, Díaz-Plaja, inquiere sobre el aspecto que tendría la serpiente antes de que Dios la condenara: “Por haber hecho esto maldita serás entre todas las bestias del campo; Te arrastrarás sobre tu pecho y comerás el polvo todo el tiempo de tu vida”. Por lo tanto, se supone que antes de esto, era un animal hermoso y seductor y solo así pudo entonces convencer a Eva de que probara el “fruto prohibido”. Para Díaz-Plaja, asociar a la serpiente con una gacela parlanchina, sería más lógico y facilitaría el diálogo con Eva, porque “ ¿quién se va a agachar para escuchar lo que dice una serpiente, que con su forma de reptar ya muestra su perfidia?”. Sostiene que el seductor tiene que ser bello, para que pueda engañar e inducir a consumir el fruto del Árbol de la Ciencia. Y a propósito, ¿será valido el empeño histórico de que haya sido una manzana, dicho fruto?. Bien hubiese podido ser en dado caso un higo, puesto que “abrieronse los ojos de ambos y, viendo que estaban desnudos, cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores” Génesis 3. Lo primero es que resulta asombroso, que un hombre y una mujer, los primeros del mundo, tuvieran idea de cómo se hacía un ceñidor y de que en efecto, como sostiene el autor, las hojas de higuera eran las más aptas para confeccionar un ropaje. Y el hecho-continúa explicando- de que encontraran inmediatamente ese árbol, pudiese darnos la pista de que el fruto prohibido era un higo. Luego de esto, sostiene la Biblia, “hizole Dios al hombre y a la mujer túnicas de pieles y los vistió”. Aquí encontramos por primera vez en el Libro Sagrado, la referencia sobre la muerte de un animal de los creados por Dios y de los que tan orgulloso estaba.

Otra estampa de La Biblia contada a los Mayores, se refiere a la longevidad de aquellos hombres del Antiguo Testamento. Por ejemplo, Adán murió a los novecientos treinta años. Mucho antes de esto, a los ciento treinta años, tuvo a Set, hermano de Caín y Abel. Set, a los ciento cinco años, tuvo a Enós y éste a su vez, a los noventa años tuvo a Cainán. Al parecer, conforme pasaba el tiempo, los hombres iniciaban más jóvenes sus actividades sexuales... La sabiduría popular ha transmitido de generación en generación, que Matusalén es el ejemplo exacto de lo que significa la longevidad, ya que murió de novecientos setenta años. Fue padre a los ciento ochenta años nada más y nada menos de Noé, que cuando tenía seis cientos años, empezó a construir el arca, la cual dicho sea de paso, distaba mucho de tener exactitudes náuticas. Según Díaz-Plaja, la descripción aportada por Dios para su construcción indignaría a cualquier marinero. “Trescientos codos de largo (por eslora), cincuenta de ancho (en vez de manga) y treinta de alto (por puntal). Llama puerta al portalón de babor y estribor y utiliza la palabra pisos por puentes”. El hecho, es que Noé fue obediente ante las especificaciones de Jehová, posteriormente procedió a introducir las parejas de animales. Sobrevino el Diluvio y Noé salió airoso de su hazaña marítima. No tuvo problemas con las aguas, pero no le fue tan bien con las uvas, puesto que sembró la primera viña del mundo y a la vez, decidió ser el primer consumidor de su producto, una vez procesado. La historia cuenta que acabó ebrio y desnudo en su tienda y es cuando podemos ver cómo los hijos actúan de manera diferente frente a las debilidades de los padres, pura psicología. Cam, uno de los hijos de Noé, lo ve en este estado deplorable y en vez de cubrirlo, sale a decírselo al que tuviera oídos. Sin embargo y para compensar, Sem y Jafet, dos de sus otros hijos, entran caminando de espaldas, portando un manto entre los dos, lo colocan sobre el cuerpo de su padre y salen de la misma forma. Es como dicen, ser hermanos, no garantiza el mismo comportamiento. Noé murió de novecientos cincuenta años, casi igualando la marca de Matusalén.
Sabemos que este libro constituyó para su autor el vehículo que lo transportó de ser un excelente autor, a ser un excelente y controvertido autor. Hablar de cualquier religión es un riesgo, provoca que muchas heridas históricas salgan a flote y las llagas de las susceptibilidades, se vean mojadas con una fina llovizna de sal. Sin embargo, a la hora de escribir su obra, Díaz- Plaja no perseguía ofender a nadie, sino simplemente realizar un análisis exhaustivo y valioso, literariamente hablando, acerca de ciertos pasajes del Antiguo Testamento. El interés del escritor, era analizar con ojo crítico y objetivo y sin apasionamientos, esa parte de los libros de La Biblia. Para muchos, un aporte cultural de gran valía, para otros, una ofensa de marca mayor y para algunos, una de las obras cumbre del autor, que lo catapulta en el renglón de la excelencia.
Uno de los personajes célebres del Antiguo Testamento fue Abraham. Algo muy curioso, explica Díaz-Plaja, es el hecho de este profeta ha pasado a la historia como el patriarca venerable. Afirma que su nombre, Abraham, “provoca escribirse siempre en mayúscula y con el debido ahuecamiento al pronunciarlo”. Esta es su historia: resulta que Jehová le anuncia: “Salta de tu tierra... para la tierra que yo te indicaré”. Le pide que funde un nuevo hogar en otro sitio, para engrandecerse material y moralmente y le dice que Su protección estará siempre con él. La tierra indicada fue Egipto y cuando estaba llegando a su destino, advirtió que era muy probable que los egipcios de enamoraran de su mujer, porque era bella y que a él, como consecuencia lo mataran, al ser el esposo. Entonces decide hacerle a Sara, su señora, un “indecent propolsal” cuando le sugiere que se haga pasar por su hermana y así fue. Efectivamente, los egipcios “la celebraban llevándola incluso a la corte y al lecho del faraón”. A Abraham, lo trataron bien por causa de los favores de su “hermana-esposa” y tuvo ovejas, asnos y camellos. Cuesta pensar que el patriarca al que uno admiraba desde niño, con esa larga barba blanca, hiciera fortuna a costa de su mujer. Eso tiene un nombre en nuestros tiempos y por cierto, muy feo. Hasta el faraón luego se sintió indignado al enterarse de la verdad. “Por qué me dijiste: Es mi hermana, dando lugar a que la tomase yo por mujer”. (Génesis 12). Pero el asunto no queda aquí, al parecer, Sara, al ver que el tiempo pasaba y no le daba descendencia a su marido/hermano y quizás siguiendo su ejemplo, le propuso que “yaciera” con su esclava egipcia, Agar, para procrear el tan soñado hijo. Y así fue y le dieron por nombre Ismael. Es una historia poco venerable.
En su estampa cuarta, La Biblia contada a los Mayores, comenta acerca de Sodoma y la califica como una “extraña ciudad”, que creció en población, a pesar de que sus habitantes tuvieran una sola obsesión: la masculina. Pues bien, Jehová amenaza con destruirla por su situación moral y Abraham le dice –con mucha razón- que no deberían pagar justos por pecadores y que reconsidere la sentencia si aparecen bastantes de los primeros. “Jehová promete un indulto, en caso de que aparecieran al menos cincuenta…cuarenta…veinte y aún diez. Sin embargo, sólo se libera la familia de Lot”. El castigo lo llevarán a cabo dos ángeles, que por supuesto, se “hospedan” en la casa de Lot, provocando esto que prácticamente el pueblo completo se acercara a esta casa y “demandara” la entrega de los forasteros; no queremos imaginar para qué: “sácanoslos para que los conozcamos”. Todos sabemos que significa “conocer” bíblicamente hablando. Lot, ni corto ni perezoso, sale corriendo y asegura la puerta, no sin antes ofrecerle a la multitud desquiciada a sus dos hijas, a cambio de la seguridad de los ángeles, en un gesto de dudosa hospitalidad. De más está decir que las hijas de Lot fueron rechazadas. Los ángeles convencidos después de este último impasse, de que Sodoma no merecía sobrevivir, deciden llevar a cabo la misión de exterminio. Lot saldría con su familia inmediata fuera de la ciudad, eso sí, sin mirar hacia atrás, so pena de perecer también. La esposa de Lot, no resistió la curiosidad y giró la cara e instantemente quedó convertida en una estatua de sal. Después de este episodio, la familia se reduce a Lot y a sus dos hijas, quienes obviamente se debían sentir muy mal ante el rechazo masivo de los habitantes de la recién destruida ciudad. El convivir los tres de ahora en adelante en una caverna, constituyó otro problemita, el de la sucesión, tan importante en esos tiempos bíblicos. La solución no se hace esperar: las hijas trazan un plan. “Nuestro padre es ya viejo y no hay aquí hombres que entren en nosotras como en todas partes se acostumbra. Vamos a embriagarlo y a acostarnos con él a ver si tenemos descendencia” Génesis 19. Así se hizo y las dos hijas obtuvieron de sus esfuerzos dos hijos/nietos de Lot, Moab y Ben Ammi.
Hay una estampa que tenemos que comentar y es la que se refiere al caso de Job, un hombre justo, trabajador, buen padre, buen marido y agraciado ante los ojos de Dios. Ese fue el problema…porque el buen Jehová presumía de él ante Satán. “Has reparado ante mi siervo Job… íntegro, recto, temeroso de Dios y apartado del mal”. Satán comenta que la actitud de Job no tiene méritos, puesto que cualquiera con su buena fortuna sería igual. “¿Por qué iba de rebelarse contra Dios que le había dado todo aquello?” Y le exhorta a que se lo quite, para ver cómo reacciona”. Entiéndase, que la mala suerte de este pobre hombre, fue causada por decirlo así, por una simple apuesta. Un poco cruel. Demasiado cruel… Como dice Díaz-Plaja, “para nuestra alegría, ante todas las desgracias que sufrió Job, enfermedades, muertes de todos sus hijos, pérdida de sus bienes… mantuvo una completa e inalterable paciencia. Y a pesar de que se lamenta de sus desgracias, nunca reniega del amor de Jehová, quien al final, le recompensa con salud, más hijos y prosperidad nuevamente”. Claro, pero en lo que el hacha fue y vino, Job pasó años de desgracias sencillamente siendo el objeto de un “experimento divino”, para probar hasta dónde resistía su paciencia.

Herencias


Soy nieta de un orador, el mejor de su tiempo, por allá por los años treintas. Mi abuelo, era funcionario público y sus labores se las tomaba con seriedad y honorabilidad. Según los testimonios de aquella época, cuando Alberto Font-Bernard se dirigía el público, exudaba dignidad y altivez y encendía las conciencias de las gentes. Era un hombre que devoraba libros y pintaba letras, muchas de sus cartas las conservo como tesoros invaluables. Murió el 9 de enero del 1944 y para la medicina convencional, su diagnóstico fue neumonía, pero para los que lo conocieron en su justa esencia, entendieron que murió titiritando de melancolía. Su legado, aún permanece vivo en muchos libros que retratan la época, su nombre se erige en una calle del sector Los Prados y más que nada el hilo genético que une a su descendencia, se engrosa con algunos de sus nietos. La herencia de libros, letras y sueños toma vigencia. Su hijo, mi padre, era un hombre con más alma que cuerpo; político, historiador e intelectual. Se auto creó una cruzada personal para mejorar la nación y cada día entre recuerdos y anhelos buscaba la fórmula correcta, para que el país, nuestro país, tuviera una mejor sociedad. No entendía que ésto es una labor de todos y que sobre sus hombros no podía pretender llevar sólo la carga. Esos deseos nacionalistas los heredó de su padre y a la vez, me los traspasó desde pequeña. Tomaba mis manos y me ayudaba a trazar vocales y consonantes, con el anhelo de que con el paso del tiempo, me convirtiera en escritora y por medio de mi tinta, retratara la realidad en la que vivimos los dominicanos. Pero antes, decía, "debes saber escribir quién eres, de dónde vienes y hacia dónde vas y para ello, la herencia que llevas en la sangre te asistirá. Esa misma herencia, es la que trato de transmitir a cuenta gotas, a mi hijo de siete años, para que desde pequeño haga honor de su ascendencia. Todos los seres humanos debemos reconocer sus raíces, su árbol genealógico que nos va indicando muchas veces por qué ocurren ciertos acontecimientos de nuestras vidas o por qué actuamos de cierta forma ante determinadas circunstancias. En la genética y la herencia tenemos muchas respuestas. Por eso hoy soy periodista de profesión y escritora de corazón.
Mi madre, una mujer comprensiva y tolerante, bondadosa y honorable, me enseñó la importancia de la dignidad y el valor de la voluntad. A fuerza de tesón, cada día aprendo un poco más el sutil oficio de vivir y a desenvolverme en el peculiar mundo de mortales.
Soy hija en fin, de dos personas diferentes entre sí, pero con el mutuo sentimiento de amor hacia mi.
Cuando yo nací, una calurosa tarde del sábado 22 de julio, mis padres, Ramón Alberto Font-Bernard y Olga María Núñez de Font-Bernard, ya no se amaban, por eso durante un largo tiempo de vida, pensé que había sido un accidente del destino. Hoy, después de muchas “causas y azares”, puedo decir, que soy la última gota de amor que les quedaba y que conforme han pasado mis tres décadas, me he convertido en su razón, procuro mantener mis pasos firmes y a la vez lo suficientemente flexibles como si fuesen un campo de trigo, cediendo ante el viento y no rompiendo su tronco como el roble.
Me llamo Karyna Font-Bernard Núñez, soy hija, madre y amiga, ciudadana de mi propio mundo. Esta es la herencia de la familia, desde allí partimos, por eso somos quiénes somos y vamos armados de tinta y papel traspasando el futuro.