domingo, 17 de mayo de 2009

La Verdad



Que feo es eso de que le digan a uno la verdad, sobre todo si se trata de esas verdades que uno ha evitado decirse aún en los soliloquios matinales, cuando recién se despierta y se murmuran pavadas amargas, profundamente antipáticas, cargadas de autorrencor, a las que es necesario disipar antes de despertarse por completo y ponerse la máscara que, en el resto del día, verán los otros y veré en los otros”. Mario Benedetti en La Tregua, lo dice bien.
La verdad marca profundamente el espíritu, pero es el único camino que conduce a la real y efectiva libertad; a pesar de que este no es un camino de rosas y sedas, es el destino por el que todos deberíamos aspirar a transitar. Sin embargo la gente miente por muchas razones…patotolgias, conveniencias, miedo...y hay gente que miente por que sí, sin causas, sin explicación, simplemente mienten, no han asimilado la diferencia entre la verdad y la mentira, no son personas enfermas, simplemente mienten y van dejando en su paso, semejante estela de no verdades que se van enmarañando y una lista de víctimas.
La verdad no tiene tonalidades ni alternativas y debe ser norma del ser humano. Lo que pasa, es que a medida que crecemos y nos adentramos en el mundo, nos damos cuenta que decir siempre la verdad, es un asunto poco cómodo y convenientemente, recurrimos a las excusas, a las mentirillas blancas y piadosas, o bien, al destierro absoluto de todo vestigio de sinceridad. En nuestra sociedad, muchas veces decir la verdad, sea cual sea el tema, se califica como “políticamente incorrecto” y los más sagaces, aprenden el arte distinguido de disfrazar las palabras, ataviados de esa máscara que hace alusión Benedetti y que durante los días ven los demás y ve a los demás.
Decir la verdad es un ejercicio de conciencia. Va desde el niño que se lleva el chocolate del supermercado en el bolsillo, hasta el político consumado que jura por su honor, haber estado muy alejado de los actos de corrupción. Y así nos vamos envolviendo en el círculo vicioso de las mentiras y sin darnos cuenta, se nos pasa la vida dando vueltas y tumbos sin encontrar la salida.
Decir la verdad es un acto de honestidad, no una debilidad. Es un acto de respeto, no de sumisión. Es elevar la conciencia, no bajar la guardia y la defensa. Cuando decimos la verdad, nos engrandecemos como seres humanos, como sociedad y como nación. Cuando el ex presidente de los Estados Unidos de América, Bill Clinton, estuvo envuelto en el desafortunado asunto con la ex becaria Monika Lewinsky, sus principales asesores le sugirieron nada más y nada menos, que dijera la verdad ante el mundo; ha pasado a la posteridad como el presidente que se atrevió a decir la verdad, hoy su esposa Hillary Clinton es Secretaria de Estado de los EEUU. No siendo así el caso de Richard Nixon, que por ocultar informaciones acerca del asunto Watergate y otros más, ha pasado a la historia con el sobre nombre “Dick the liar” (Dick el tramposo).
Decir la verdad no es gracioso ni fácil, ni siquiera conveniente en muchas ocasiones, nadie lo duda. No podemos tampoco ir por la vida, diciendo nuestra verdad particular a diestra y siniestra. Simplemente podríamos tratar día por día, de respetar el ejercicio de la verdad como profesionales, como ciudadanos, como familia y en lo posible, hacer uso de él.

4 comentarios:

  1. La verdad siempre sale relucir... tarde o temprano, pero siempre sale. A veces por el simple hecho de estar acostumbrados a la mentira, cuando se dice la verdad, se pone en duda. Pero no es un fenomeno nuevo, hace dosmil nueve años se condenó a morir en una cruz, a quien decía la verdad. Y Es posible que esto tambien se ponga en duda.
    La tregua de Benedettí, no es el mejor ejemplo, pues el personaje central, quizo hacer una interpretación a su manera sobre Avellaneda.
    Con la verdad, se puede todo!

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  2. Una sugerencia:en la configuracion del Blogs se puede dar permiso a que todos puedan dejar comentarios.
    Pertenecer a uno de estos grupos, limita los seguidores y la opiniones.
    El Observador.

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  4. EL MARQUÉS DE LA SOBRASADA21 de mayo de 2009, 8:53

    La verdad no sólo es decir la verdad. Yo a veces digo la verdad cuando miento… y viceversa. La verdad también es no decir las cosas porque el silencio las hace más creíbles y ocultas cobran más encanto.
    Conozco a impostores y a mentirosos empedernidos que han sido mucho más honestos que el hombre más serio del mundo dentro de un confesionario. La verdad más creíble es una mentira que todos queremos que se haga realidad.

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