martes, 18 de agosto de 2009

Maneras de contar



No había vuelto a escribir en mi blog… una serie de eventos afortunados y variopintos me alejaron del teclado, no así de mis ideas. Aunque no escriba, tengo la manía de redactar mentalmente en esas horas en las que no tengo sueño, costumbre heredada de mi padre, el insomnio también.
Pero hoy la noche está particularmente rara, estoy cansada y sola, terriblemente sola, como por acto reflejo me senté frente a mi monitor y simplemente he dejado fluir mis manos para que formen vocales y consonantes que me lleven a decir algo, lo que sea que desee transmitir, no sé muy bien qué es.
Veamos…
Cuando escribimos estamos corriendo el riesgo de que nuestros lectores interpreten a su manera nuestras palabras, muchas veces esas interpretaciones están lejos de la realidad, pero cada cabeza es un mundo lleno de ideas, sentimientos y vivencias, eso es parte de nuestra existencia.
Siempre le escribimos a alguien, no estamos acostumbrados a que nos escriban, después de todo, nosotros somos los escritores. Pero cuando el caso es inverso y es a nosotros que se nos escribe, la verdad que la sensación es confusa; podríamos sentirnos eufóricos con las letras que nos regalan, podríamos saltar de regocijo y emoción. Podríamos ver los fuegos artificiales iluminando nuestro cielo personal. O bien, podríamos sentirnos desilusionados, desinflados y opacos, podríamos no sentir nada y eso es peor.
Cuando alguien nos escribe haciendo referencia a momentos compartidos, momentos “especiales” y “únicos” y los enlaza a momentos que ha compartido con otras personas, en otros tiempos remotos ya, en distintos contextos pero en esencia iguales, la sensación primaria es de inercia y desconcierto, para luego dar paso a la tristeza y el desencanto. No fuimos tan “especiales”, mucho menos “únicos”, si el pasado pesa más que el presente, no hemos sido nada.
¿Por qué vivir en el pasado?
¿Por qué escribir del pasado pensando en alguien presente?
¿Por qué hacer referencias de otras personas, cuando en realidad sólo queremos enfocarnos en una sola y qué está frente a nuestras narices?
Eso lo sabe cada escritor y sus maneras de contar, que en su justo derecho de escribir, puede hacerlo como quiera, sabiendo por supuesto que las reacciones de sus lectores serán diversas. Unos lo felicitan, otros lo aplauden, algunos lo exhortan a seguir y sólo esa persona por quien se escribió supuestamente y que no pudo entenderlo, sintió tristeza al leer comparaciones que no tienen por qué dejarse tintadas en una página cibernética.
La decepción es mayor, cuando vemos que justo lo que pensamos que era especial, sólo para nosotros, for your eyes only como la canción, fue nada más y nada menos que un grito desesperado por volver al pasado y revivir en mejores condiciones la experiencia. No pasó por nosotros, pasó para recordar el pasado al lado de nosotros. No es lo mismo, ni es igual.
Bueno, es que son maneras de contar. Así lo diría mi padre, mientras escribía en su máquina vieja y repleta de nostalgias y vivencias.

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