jueves, 10 de noviembre de 2011

Pudor


Gracias a las redes sociales, nadie tiene el control absoluto de lo que se escribe en ellas. Si lo escribes, ya no te pertenece. Es una elección que haces y estás en tu legítimo derecho de escoger hacerla. Lo escrito, escrito está y, si lo haces en internet, perpetuo será y de consumo público además. La pregunta sería: ¿te importa o no te importa? Una especie de to be or not be.
En mi caso, no me importa. Escribo porque las letras nacen de mis dedos. Escribo porque es mi forma de expresar lo que siento. Escribo lo que escribo porque no lesiono a nadie, en especial, eso tan sensible y necesario en las personas, la dignidad. Yo dejo intacto mi pudor. Y precisamente esa palabra “pudor”, que podría significar un sentimiento que mueve a ocultar otros sentimientos, pensamientos o acciones que se consideran íntimos o bien, un sentimiento de la persona que teme perder su dignidad, me gustaría hacer algunas aclaraciones. Fui acusada de tener escaso pudor porque escribo en mi blog lo qué siento, cómo lo siento y cuándo lo siento. Fui acusada de no tener pudor porque el blog es un “lugar público”. ¿Entonces si soy sincera eso quiere decir que no tengo pudor? Si uso esa herramienta pública como lo es mi blog, para decir quién soy, cómo soy, qué me pasa y por qué me pasa, ¿eso quiere decir que no tengo pudor?
Verifico en todos mis posts y no veo uno solo en el que haya escrito una mentira o haya hecho una acusación con nombre y apellido. Y, en caso de tener eventualmente que hacerla, serà porque tengo todas las pruebas habidas y por haber de lo que digo. Simplemente si alguien se ha sentido ofendido o aludido, pues "al que le sirva el sombrero, que se lo ponga".
Todos mis contenidos tienen ese defecto de ser sinceros, reales y honestos. ¿Eso es no tener pudor? Solo porque todo el que desee puede pasearse por mi blogspot y leer lo que escribo ¿es falta de pudor de mi parte? Solo porque algunos entrèn al blog y saquen sus conclusiones, otros, se lo encuentren aburrido y no pasen de la primera letra y, los pocos, esos que están a mi lado todo el tiempo, comprendan y sientan cierto grado de empatía, porque saben mis alegrías y mis penas, mis decepciones y mis logros, mis aciertos y errores. ¿Es eso falta de pudor?
Y aclaro, no soy víctima ni víctimaria. No quiero ser una especie de Jane Eyre. Soy un ser humano que vive procesos y etapas y que las documenta en un blog, su blog. ¿Es eso falta de pudor?
Ahora bien. Cuando escribimos en las redes sociales mentiras y cursilerías, cuando las utilizamos para hacer creer irrealidades o para un propósito digamos que no muy pulcro, ¿eso sí es tener pudor?
Cuando no tenemos el más mínimo sentimiento de ética y respeto por otros seres humanos y utilizamos las redes sociales con fines exhibicionistas en momentos inadecuados, repentinos y desmesurados, ¿eso es tener pudor?
Cuando utilizamos las redes sociales para informar (porque queremos que todos lo sepan a gritos!) lo qué se hace en un día, una semana, un mes... cómo se hace y con quién se hace, con obvias intensiones de provocación, herir sentimientos o defender lo indefendible o justificar lo injustificable, ¿eso es tener pudor?
Y si lo que queremos es demostrar a rajatabla eso que nos conviene hacer "pensar" y provocar "sentir", esos sentimientos a vapor y repentinos y los colgamos en Facebook, Twitter o un Blog como "prueba irrefutable" de que es verdad, con todo crédito porque estás a la vista de todos, ¿eso es tener pudor?
Cuando no tenemos respeto por nosotros mismos, porque somos capaces de proponer indelicadezas y de regodearnos en la ingratitud. Cuando cambiamos nuestras personalidades según nos convenga y con quien nos convenga en tiempo récord, sin tener en cuenta el efecto que tendrá en otras personas, sean niños, adultos o envejecientes. Cuando abandonamos una vida establecida y supuestamente feliz y en 24 horas o menos, elaboramos otra, menospreciando la anterior (la supuestamente feliz) exclamando que esta sí es la adecuada!!(por quinta vez) y todo esto lo documentamos en las redes sociales sin el más mínimo dejo de prudencia, madurez y elegancia, caiga quien caiga, duela a quien le duela, ¿eso es tener pudor?
Si las respuestas a todas estas preguntas son afirmativas, entonces, yo, Karyna J. Font-Bernard no tengo pudor.

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