Un maravilloso sábado por la noche no puede estar completo sin que Etta James cante. Y así lo hizo. At Last entonó las horas y encendió las velas. Jamesetta Hawkins fue una niña prodigio desde sus inicios en el góspel y eso, pocos lo saben. Cantaba en su iglesia bautista de Los Ángeles con tan solo 5 años de edad bajo la tutela del profesor James Earle Hines. Se trasladó a San Francisco en 1950, y pronto formó un grupo con tan solo 14 años. Johnny Otis, líder de su propia banda, escucha al trío, quedando impresionado con la voz de ella, de Etta. El resto es historia, como dicen. No siempre una linda historia, pero historia al fin. Gracias a Etta James, la noche de este sábado se ha transformado y ha encontrado el camino de vuelta al pasado, algo que pensamos que era imposible. Hay canciones que envuelven mágicamente el ambiente. Se me ocurre que lo transforman en tonalidades de colores naranjas y amarillos y lo hacen más liviano. Aunque se acabe el Malbec argentino y las varitas de incienso se consuman, aún así, se puede pulsar el “repeat” de At Last.
At last my love has come along, my lonely days are over and life is like a song. Oh at last, the skies above are blue, well my heart was wrapped up in clover the night i looked at you. I found a dream that i could speak to, a dream that i could call my own, i found a thrill to press my cheek to a thrill that i have never known. Well You smile, you smile oh and then the spell was cast and here we are in heaven for you are mine, at last. I found a dream that i could speak to, a dream that i could call my own, i found a thrill to press my cheek to a thrill that i have never known. Well you smile you smile, oh and then the spell was cast and here we are in heaven, for you are mine at last Ooo yea you are mine you are mine at last. at last, at last, at last.
No hay comentarios:
Publicar un comentario