sábado, 5 de noviembre de 2011

Papi, pensé en ti


Cinco años. Tu cuerpo dejó este plano hace cinco años. Hace cinco años que no me siento en tus piernas largas y delgadas. Hace cinco años que no reviso tu nevera para cerciorarme de que no tienes latas abiertas o quesos en mal estado. Hace cinco años que no subes a mi casa a las 6:30 AM para darme los buenos días y llevarte a Manuel al colegio. Hace cinco años no me pides que te haga la lista de mis antojos del supermercado cada sábado, porque te encantaba ir a buscarlos pasillo por pasillo hasta encontrarlos, ahí no faltaba mi pound cake de Sarah Lee. Hace cinco años que no se hace la tertulia de las tardes en tu casa, con tus amigos más cercanos. Hace cinco años que por las noches no te enciendo el televisor en el canal 3, para que pudieses ver los canales internacionales al encender la "cajita" del cable. Nunca entendiste esa mecánica. Hace cinco años que no te doy un beso en las noches y un abrazo ñoñoñó (típico de nosotros, nos apretábamos y balanceábamos de izquierda a derecha).
Hoy no le he mencionado a nadie, que hace cinco años tu cuerpo dejó este plano. Ni mucho menos me afané en hacer la consabida misa católica por tu alma. Encendí una vela blanca y una varita de incienso de mirra, cerré mis ojos y te abracé en mi mente. Este día lo pasé en una especie de hibernación, arropada de pies a cabeza, durmiendo y despertando, volviendo a dormir y a despertar. Con sueños rarísimos, pero ya esa es otra historia. Luego, en la tardecita, Manuel (fiel compañero) y yo nos fuimos al cine a ver The Lion King, aprendimos varias lecciones de Hakuna Matata. Ya, de vuelta a la casa, siento el enorme vacío de un día que se ha ido, otro día que he resistido y un año más que no estás conmigo. Tu decías que cuando hicieron mi corazón, usaron un cristal muy fino y que por eso, las acciones de la gente y las asperidades y durezas de la vida, me dolían tanto. Tu decías que me dejaban pequeñas cicatrices que con el tiempo, se convertían en surcos casi invisibles, casi. Este año papi, ha sido difícil y como en ningún otro, me has hecho mucha falta. Qué no hubiese dado por escuchar tus consejos y sentarme a tu lado tan solo un momento, porque eso me hubiese dado la certeza de que todo estaría bien y de que Manuel, mami y yo estaríamos a salvo.
Yo sé que desde donde estás, en ese plano de conciencia, has estado dándome apoyo. Has enviado tu mensaje a tanta gente, muchas de ellas, ni me conocen y me han contactado para decirme de ti. Te has materializado frente a mis ojos y en sueños, me has mirado a los ojos y me has dicho “Todo estará bien. Esto no ha salido de ti”.
Gracias, papi, porque a pesar de que tu carne ya no existe, tu alma ha transcendido las fronteras de los mundos y sigue pendiente de mí. Ojalá que dentro de un año, en esta misma fecha, yo tenga muchas cosas buenas que contarte, a pesar, claro, de que te repita una y otra vez, que parte de mi vida se me ha ido contigo y de que cada día, tu ausencia es casi insuperable para mí.
Papi te amo y por ese amor tan grande que te tengo, yo sigo aquí. Casi, casi me rendí, eso sí, pero papi es que pensé en ti.

1 comentario:

  1. Solamente el titulo me alerto. Leer este post me emocionaría. Ese tema: relación Padre hijo, me enternece y me estremece. Fue precisamente por estas fechas. Se jugaba la serie mundial de baseball, mi Padre vivía sus últimos días, luchaba contra el cáncer y yo creía que el mundo terminaba. El lunes 31 de Octubre, tuve que llevarlo a emergencias al Lake Worth Hospital de Palm Beach. Allí, esa noche, noche de Halloween, entraban y salían una gran cantidad de niños, un dispositivo de seguridad les chequeaba las golosinas, para asegurarse de que algún mal nacido no las hubiese contaminado, disfrazados de distintos personajes, los niños, felices, reían y disfrutaban, su alegría contrastaba con mi enorme tristeza. El viernes 4 de Noviembre de 1983 José Miguel Grillo Martín, mi Padre, dejo esta vida terrenal.
    Muchos años han pasado. El Hospital ya no existe. Pero en mi memoria vivirán siempre esos días, como vivirán los demás que pase junto a el, llenos de dicha y felicidad. Más que conmemorar su muerte me gusta celebrar su vida. Gracias por este post Karina. No lo sabes, pero es de alguna manera mío también.

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