lunes, 28 de noviembre de 2011

Lady sings the Blues




Cuando Peter me miró con su característica ironía - que debo confesar me desarma - y me dijo: “Oh, pero y no era Billie Holiday tu preferida, sin embargo tienes un post de Etta James y nada de la Lady Day”.
Sí, es cierto. Peter, a quien debo agradecer con una reverencia estilo corte inglesa de la època de los Tudors, por su repentina presencia, después de casi dos años de ausencia, debido a sus mùltiples viajes por tierras exóticas, según un comunicado recibido vìa electrònica hace dos meses, tenìa razòn. Y, por favor, this much I have to say, Sir Peter no digáis que cuando el alumno está listo el maestro aparece, que este alumno ha estado ready to serve en muchas ocasiones y el maestro ha brillado por su ausencia.
Dicho esto y volviendo a Billie Holiday, lo nuestro ha sido un amor profundo desde que mi hermano, José, me la presentó un día del 1987. Billie ha estado conmigo en momentos de alegría, de euforia, de tristreza, de soledad, de compañía y de desesperanza total. Siempre queda una canción de ella que me devuelve justo a donde debo de estar.
Su voz, melancólica, increíblemente sentimental, arroja en cada nota lo que significó su época y el legado que hoy disfrutamos de ella.
Nació en Filadelfia un esplendoroso 7 de abril de 1915, día para mí color naranja
(los días para mi tienen color, pregúntele a Freud), y es considerada una de las mejores voces femeninas del jazz de todos los tiempos.
Billie Holiday se desdoblaba, según lo que cantara. Nadie, absolutamente nadie puede dudar de su capacidad interpretativa, de la intensidad con que cantaba y expresaba el profundo dolor que nunca logró superar de una infancia y adolescencia difíciles, que la marcaron indeleblemente durante toda su vida. Suele pasar.

La inestabilidad, las drogas, los desengaños y la vida misma hicieron que Billie se convirtiera en un símbolo de todo aquel que en un momento se sintió desengañado, pero también de todo aquel que en un momento simplemente no le importó mucho lo qué digan o cómo lo digan, lo qué hagan o cómo lo hacen. Su última gran grabación fue "Lady in Satin", en 1958, es una obra maestra. Recomiendo humildemente escucharla con los ojos cerrados. Después de esa canción, Billie Holiday fue más grande que Billie Holiday y se convirtió en lo que es ella hoy, inmortal. Ella es my lady that sings the blues.

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