Querido honey, por espacio de 365 días estuviste a mi lado. Cuanto
tengo que agradecerte. Cada mañana despertaba junto a ti y por las noches, ambos luchábamos
para finalmente caer rendidos. El sueño nunca fue una de nuestras gracias.
Han sido días de lluvias intensas y de sol incandescente. Días
de lágrimas, más de las que preferí y de risas, menos de las que pensaba y
necesitaba.
Honey, viste mi lado más vulnerable y nunca te oculté mi parte
radical. Fuiste testigo de mis pocas ilusiones durante este tiempo, igualmente, lo fuiste de mis amargas decepciones. Siempre me viste levantarme, eso sí, por
muy torpes que fueran mis pasos, por muy hondo que fuera el agujero. Son destrezas
adquiridas conforme pasa el tiempo. Así como aprendes a levantarte, así te
desprendes de lo mucho o poco que te pueda ilusionar. Si, destrezas adquiridas
conforme pasa el tiempo.
Te vas hoy a las 12:00 de la medianoche y tengo listo tu
equipaje repleto de penas, de lamentos, de ridiculeces, de ingenuidades, de afectos y
de indiferencias. Te despido con la frente en alto, entiendo que fui buena
estudiante, pasé todas las materias a fuerza de empujones y estrujones. No podías
irte sin darme tu último regalo, la decepción de los siete reinos y los cuatro
meses cumplidos hoy, justo antes de que te marcharas escurridizo por la puerta
trasera.
Este golpe no me lo esperaba y mira que sé esquivarlos, pero
todos esos sentimientos los empaqué en tu valija, no sea cosa que se quede uno
escondido y me siga torturando en las madrugadas.
Adiós honey, bye bye. No volverías aunque quisieras, el reloj
nunca va hacia atrás. Y yo, ya no te recibo de vuelta.
Ahora le toca a my love, que viene con olor a gardenias y
vainilla, con promesas eternas y una vida nueva. Welcome my love, vienes con el
libro cerrado, no sé qué traerán esas 365 páginas y no me haré expectativas. Me
lanzaré como si fuera una cruzada, a descubrir que traes para mí. Otrora pedía
tantas cosas que no se tocan, solo se sienten. Ahora, descuida my love, que
no pido nada, tampoco espero. Porque si algo aprendí de tu predecesor, es que
la alegría, para algunos, viene en los anuncios de TV o impresos. Que la
efervescencia, para algunos, viene y toca la puerta cada cierto tiempo. Que las
sorpresas, para algunos, son disgustos disfrazados y que el amor, el amor nace
y para algunos, se convierte en casi nada.
Sabes my love, te recibiré propiamente entre la sal, arena y
viento de una playa lejana. Me iré contigo a cuestas por la carretera, estaremos los dos, tú con
tu libro semiabierto, yo con la soledad de compañera. Pero juntos bautizaremos
este nuevo ciclo que mañana comienza, pediremos a la Luna que aplaque las
mareas y al Sol que brille tanto como pueda, pero que evite quemarme. Alinearemos mis 7 chakras y que sea lo que sea. Welcome my love, ahora permiteme soplar mi única vela y lanzar al aire mi moneda.
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