Escribimos. Es una necesidad. Muchas veces no podemos enlazar palabras y, por eso, escribimos.
Escribimos porque no podemos callarnos y, como-vuelvo y escribo- a veces no podemos enlazar palabras, escribimos y esas letras fluyen como el torrente sanguíneo.
Vivimos cada día y vemos además, una vida paralela, que queremos y aspiramos escribir. Un detalle, un olor, un paisaje, un gesto…todo eso lo escribimos, porque forma parte de una historia sin fin, la que siempre estamos escribiendo. Puede ser un drama, una comedia o un trozo de ficción. Puede y suele ser todo eso y un poco más, la parte que le corresponde a la biografía de cada quien, que por más disfrazada, de alguna forma se revela por sí sola.
Escribimos con gozo, con dolor, con ironía, con esperanza, con desilusión, con amargura y frustración. Escribimos porque es lo que sabemos hacer y es de la única manera en la que podemos expresar cómo nos sentimos. Es un desahogo necesario para que nuestras entrañas no exploten, para que el alma no se marchite y, para dejar perpetuado "eso", que en ese preciso momento sentimos.
Mil y una historias cruzan la imaginación, como si fueran aves trasladándose de Norte a Sur, como si fueran olas que nacen en el medio del mar y necesitan llegar a la orilla para bañar la arena. Magia y realidad visten las letras de nosotros, los que queremos ser escritores.
Un rostro, una lágrima, una sonrisa, un desprecio, un vestido, un perfume, un camino…escribimos por eso, para crear historias, para contar historias, para empezar historias y, sí, para terminar historias.
Los que queremos ser escritores nunca estamos satisfechos con lo que escribimos, nunca pensamos que somos lo suficientemente buenos para escribir y nunca nos damos por vencidos para escribir esa línea tan perfecta e impecable que logre cambiar una vida, porque con tan solo una nos basta.
Los que queremos escribir lloramos escribiendo, suspiramos y muchas veces, llevamos el alma encogida de pena o henchida de esperanza. Nacemos para escribir, morimos escribiendo y, según dicen, luego servimos de inspiración para otros que también quieren escribir.
Escribimos, eso hacemos. Enviamos cartas, mensajes por mail, por Facebook, Twitter, mensajes de texto, mensajes por el Blackberrys chats o Whastapp, luego nos arrepentimos, pero volvemos a leerlos y es que nunca debimos enviarlos, pero siempre tenemos que hacerlo. Porque eso es lo que hacemos, escribir, porque si no nos ahogamos en nuestras propias letras.
Solo queremos escribir y que nos lean o no, muchas veces no; escribimos solo para nosotros y para leer lo que hemos escrito mil veces y quitar una letra de aquí y poner otra allá.
Escribimos y lo siento, porque no todos quieren leernos, pero eso es lo que hacemos. Para eso hemos nacido y, nosotros, lo hacemos mil veces más mil veces, multiplicado por mil veces hasta el último aliento.
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