domingo, 22 de julio de 2012

El cumpleaños


Desde que nací han pasado muchos 22 de julio. No sé por qué veo esa fecha como un enorme círculo naranja. Sí, el día de mi cumpleaños es naranja y francamente no sé qué podrá significar eso. Me colé en el vientre de mi madre cuando menos ella lo pensaba. Me parece que fue una noche de efímero romance, en la que mis padres entrelazaron una vez más sus cuerpos y trataron de ser los amantes que un día fueron y desde hacía mucho tiempo, habían dejado de ser. Esa noche, yo, como un pececito nadé contra vientos y mareas hasta llegar al punto indicado para mi crecimiento en las entrañas de mi madre. Nadie se lo creía. Mis hermanos ya me llevaban suficientes años, más de 20 cada uno y tenían sus vidas recorridas y por recorrer. Y mientras tanto, estaba yo allí, creciendo, escuchando sonidos y sintiendo sensaciones intrauterinas.
Fue un sábado a las 4:30 de la tarde cuando di el grito. "Nació bien y es niña", eso dijo el gineco obstetra, Dr. Vinicio Calventi. Mis hermanos y mi padre estaban presentes y emocionados. Mi madre hace unos años me confesó que no me había comprado una sola prenda de ropa, porque en esos tiempos aún no se hacían sonografías (no es que hace mucho tiempo tampoco) y al haber pasado tanto tiempo entre su último embarazo (23 años para ser exactos) y el mío, sentía el temor de que algo saliera mal. Imagino que cuando los doctores le dijeron que todo estaba bien y que real y efectivamente tenía cinco dedos en cada pie y en cada mano, que era su mayor temor, envió a sus amigas a que me compraran lo elemental, mientras tanto...
Según testimonios fotográficos, un mar de flores fue enviado a mi madre, por motivo a mi nacimiento. Quizás eso debió de ser una plataforma profética que alfombrara mi vida, para que así de suave y oloroso fuera cada día. Pero no, porque también las rosas tienen espinas.
Hoy, un cumpleaños más.  Mi hijo estaba más emocionado que yo e hizo un itinerario completo para el día. Desayunamos con donas en Krispy Kreeme, almorzamos comida italiana con mi madre. Mis amigas y amigos se esmeraron en hacerme sentir querida y, por eso, me siento agradecida. En la tarde, la brisa me respiró de frente a toda velocidad y el salitre del mar humedeció mi piel mientras paseaba por el malecón de Santo Domingo. Fue una tarde linda, clara, exótica y contundente. Mi mundo viajó por otros mundos, con otros idiomas y otras culturas.
Mientras mi nueva edad hacía su entrada, miré hacia atrás levemente y me dí cuenta del rastro de todos los obstáculos que en 365 días había dejado en el olvido. Miré hacia delante y vi con absoluta certeza el presente que tengo y el sobre que contiene el futuro y que aún tengo que abrir.  Un año menos de vida. Un año más de vida. La ausencia de mi padre más presente y un sueño que huele a cigarros, que suena a samba y que sabe a whisky por cumplir.

Feliz cumpleaños para mí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario