Uno de los momentos más importantes que puede experimentar una
persona, es encontrarse consigo misma y entender que sin importar los años y las
circunstancias, aún le falta mucho por aprender. En ese mismo intervalo, seguramente se dará cuenta también de todo lo que ha aprendido. Ese es un instante mágico en el que esa persona solo está acompañada con la única presencia de ella misma.
Entonces como una secuencia fotográfica esa persona está en capacidad
de ver cada etapa de la vida que ha vivido hasta el momento y siente la
necesidad de bendecirlas, reverenciarlas y darles las gracias, porque sin esas
etapas, no sería quién es y no evolucionaría hasta donde quiere llegar.
En ese instante mágico se asimila la grandeza del desapego, la
libertad de la sencillez, la necesidad del
silencio y el valor de los sentimientos.
Cuando uno llega a ese escalón de la inmensa y pequeña
escalera que es la vida, podemos visualizar claramente el trayecto por el cual queremos
realmente caminar, si es con pies descalzos, mejor. Estamos en perfecto
conocimiento de lo que añoramos, pero nuestro sueño no depende de tenerlo o no,
porque sabemos que algún día, en algún lugar y en alguna hora marcada por las
manecillas del reloj, lo tendremos y así completaremos el círculo que nos
avala aquellos certificados de aprendizajes que vamos acumulando conforme pasan los días.
Mientras tanto…vivimos.
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