jueves, 1 de septiembre de 2011

A tiempo


El tórax se le convirtió en una cavidad vacía, pero latía. Si hubiese una justificación, aunque sea pequeña, lo entendería. Pero solo había palabras dispersas en el aire, haciendo círculos eternos.
La vida son dos trazos y un borrón, escuchó a lo lejos. Pero no quería quitar ni un minuto de la historia, para que viva siempre y le recuerde dónde exactamente editar la próxima.
En todo este proceso, Raúl le dijo todas las penas. Las vació en una copa medio llena. Le señaló las tazas que un día colgaron en la repisa, las cortinas que a pulso cubren la sala del sol, la nevera que lucha por ser protagonista de la esquina y la mesita con fotos de la boda. “Y todo eso se fue, pero sigue aquí cada vez que entro por la puerta”.
Solo pueden contigo si te acabas rindiendo, escuchó a lo lejos. Puso recta la espalda, respiró hondo, a pesar de que en el tórax no tiene nada y de que aún así sigue latiendo. Supo que podrá, porque llegará a tiempo. La suerte acompaña a los justos. Tendría suerte.
Ya sabe que no hay justificación y ya no le interesa entender. Rompió uno a uno esos círculos inútiles formados por palabras que no necesita. La decepción hecha pulsos fuertes, pero más fuerte es la capacidad de seguir. A pesar del disparo por fuera, aún así se llega a tiempo.

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