martes, 5 de octubre de 2010

Una vela en el viento


“Y me parece que viviste tu vida como una vela en el viento, sin saber a quién aferrarse cuando la lluvia empieza”. Dice una de las estrofas de la canción Candle in the Wind de Elton John, dedicada a Marilyn Monroe, uno de los mayores símbolos sexuales de todos los tiempos. Sensual, de piel nívea, cabellos dorados y labios siempre rojos, Monroe derretía a hombres en todos los rincones del planeta y dictaba la moda que toda mujer imitaba. Uno quiere suponer que esta estrella de Hollywood vivió feliz y colorín colorado, el cuento ha terminado. Era casi impensable que semejante mujer un día decidiese terminar con su vida, sin embargo así lo hizo en la madrugada del 5 de agosto de 1962. Con su muerte, miles de conjeturas se trenzaron, una de ellas, un complot orquestado directamente desde la Casa Blanca, pero no, aunque queramos pensar que su deceso fue producto del drama de los celos y evidencias, en realidad y la realidad es que Marilyn Monroe se suicidó porque nunca fue feliz. Tenía fama, dinero, lujos, joyas... pero según un diario de la actriz, que recientemente y por primera vez sale a la luz pública, Marilyn buscaba simplemente el amor y nunca lo encontró. Para los que pensaban que su cabeza era un pedestal hueco en donde solo había cabida para sus cabellos rubios, hoy sabemos que ella era una persona sensible, aficionada a la lectura, que escribía poemas y como según la describieron los que la conocieron a fondo, era una persona que pensaba demasiado, amaba demasiado y sentía demasiado.
Todo el interior de esta mujer aparentemente conocida y a la vez, tan poco conocida, se devela en el libro "Fragmentos" que publica la editorial Seix Barral y que contiene poemas, anotaciones, lecturas y cartas de Norma Jeane, la chica que quiso ser estrella para brillar y que llegó a brillar tanto, que su propio brilló la calcinó. En estos fragmentos vemos que Marilyn era una apasionada del conocimiento, que estudiaba en las noches literatura y que se emocionaba al leer a Walt Whitman, James Joyce, Samuel Beckett, Gustav Flaubert, Jack Kerouac, Fiodor Dostoievski y John Steinbeck.
A pesar de estar rodeada de tantas personas, ella se sentía sola y esa soledad es de las peores, porque es la que se cuela por entre los huesos, quita el sueño y las fuerzas, y, de repente, se pierde el rumbo y no se encuentra el sentido de vivir. Eso pasó con Marilyn Monroe el día en que ingirió un frasco de Nembutal.Décadas después reivindicamos a Marilyn, no era la tonta chica rubia que hacía de los diamantes sus mejores amigos. Era una mujer con 36 años que nunca había sido feliz, alegre sí, pero feliz jamás y que deseaba más que nada, sentirse amada.
Tu vela se apagó antes de tiempo, tu leyenda nunca morirá”, canta Elton John.

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