sábado, 30 de julio de 2011

Jaque mate


Los violines de Every little thing she does is magic en su versión sinfónica, empezaron a sonar e inmediatamente los helechos en mi balcón se contonearon. Es una tarde fría, húmeda y sabatina.
En este escenario de diversidad, extiendo mis manos hacia delante con mucho cuidado y con los ojos cerrados voy sacando de mi mente el ajedrez personal. Acaricio cada una de mis piezas. Son muy blancas. Las coloco, sobre el tablero. Las preparo para librar la batalla. Será una de las jugadas más arriesgadas. Además, intuyo que larga, también. Mi adversario es sabio, impredecible y preciso. La determinación y la estrategia son claves para vencerlo.
Organizo las piezas. Desplazo al rey en dirección vertical y a la dama la coloco al borde del tablero. Mi alfil evita a la torre, pero ésta la encara con maestría. Desde un extremo, el caballo viene galopando con fuerza y derriba todos los obstáculos que se le presentan cada dos casillas. El peón hace su obra y captura algunas piezas dispersas. El tiempo avanza. En ocasiones, me desespero y con torpeza vuelvo a mover a la dama, esta vez, en retroceso. Respiro, respiro, respiro. Pongo a mi rey bajo ataque, de nuevo. Pero ocurre algo que no esperábamos, justo cuando pensé que el juego estaba perdido, mi peón que está en un flanco es promovido a dama y, jaque mate.
Los helechos siguen su baile sensual en el balcón. Every Little thing she does is magic se termina lentamente. Ioo ioo, ioo iooooo…

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