domingo, 23 de septiembre de 2012

Si puedo volverte a ver


El tiempo y la distancia se diluyen en un solo pensamiento que bordea los límites de mis sentimientos. Si puedo volverte a ver...


Solo una vez repito y repito en silencio. Miro por la ventana hacia mi izquierda y veo la tarde convertirse en tarde. Escucho los sonidos de la calle. Los árboles largos, gruesos, sabios de mi acera mecen sus hojas lentamente, porque nadie espera que aceleren su movimiento parsimonioso. Las personas caminan y se detienen, conversan de algo que no me importa. Los perros de los vecinos ladran sin cesar pero no me molestan. Vuelvo los ojos hacia mis letras.

Si puedo volverte a ver, será una tarde y será gloriosa. Sin mucho calor, por el contrario, estará acariciada de una tenue brisa que nos envolverá tanto que parecerá que entro en tu cuerpo y me aferro a tus huesos para que nada pueda separarme de ti. Parecerá como si nunca te hubieses ido.

Esa tarde, la gloriosa tarde, volveremos a escuchar a las cotorras que cruzan por la casa y duermen en los árboles del hotel Embajador. Yo estaré sentada en tus piernas largas y delgadas y tú te quejarás con picardía de que  al parecer estoy ganando peso. Yo haré el simulacro de que me levanto, pero tu no me dejarás porque te gusta tenerme en tus piernas, como cuando nací y contabas cada vez que me mecías para que me durmiera. 245, me contaste que dijiste un día extenuado, mientras yo seguía con los ojos abiertos como lunas llenas.

Si puedo volverte a ver, no te soltaré las manos un solo segundo y cada frase que diga se terminará con un “te quiero”. Hablaremos de los políticos, me contarás anécdotas de tu época, porque esta nunca pudiera ser "tu época". Te levantarás de tu silla y buscarás cualquier libro de referencia y en la página exacta, encontrarás el párrafo que quieres que lea. Citarás a Azorín, Benavente, Borges y a Martí, por supuesto.

Tendrás tu chacabana impecable y me dirás que te apetece una cerveza Becks fría. Correré a la cocina para buscarla y dejaré las otras, sí, las otras, en reserva. Me dirás todo lo que has vivido desde que te fuiste. Me explicarás qué colores viste, cuáles texturas tocaste y en qué planos has estado en estos años. Me contarás a quiénes has visto y qué has aprendido. Pondrás tus labios en mis oídos y me confesarás algún secreto que se quedó atrás y nunca pudiste decir. Me pedirás que termine algún asunto inconcluso.

Si puedo volverte a ver no habrá espacio para otras personas, porque serás solo para mí. Me harás entender que nunca te has ido, que todo ha sido un triste espejismo. Que la vida no se divide en estas fronteras y que el amor trasciende cualquier edad, distancia o circunstancia. Que la muerte no existe, es solo una ilusión pasajera.

Si puedo volverte a ver, dirás una vez más, que mis pies, mis manos y mis orejas vienen de tu lado, de los "Font-Bernard que llegaron de Cataluña". Me preguntarás qué he hecho en estos tiempos sin ti, aunque tú lo sepas mejor que yo. Me dirás que nada de lo malo pesa lo suficiente como para empañar las bendiciones que me has estado enviando.

Me hablarás de la dignidad y la honestidad, lo sé, como siempre hiciste. Me vaticinarás una vida plena, en medio de rosas color té y algunos niños correteando en un jardín lleno de perros, gatos y tortugas. Te reirás y dirás con cierto grado de orgullo que siempre he sido así de excéntrica con los animales y con otros asuntos más. Me mirarás con certeza y me abrazarás.

Si puedo volverte a ver ya nunca más te irías, no sin mí. Ya no podría vivir otro día sin ti.

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