jueves, 28 de junio de 2012

Poema


El piensa que no es poeta. Que solo escribe vocales y consonantes para expresar ideas pragmáticas y escuetas. Últimamente ha viajado por mágicos lugares y, eso, ha hecho que la medalla en su cuello dance sumergida en reflexiones y aprecios.


El me regala letras, que escribe desde lejos y que se acercan indetenibles a mi pecho. Muchas veces esas letras han levantando mi espíritu y han consolado mi alma. En ocasiones, me insuflan optimismo y hacen que vea un horizonte despejado que es sólo mío. He sentido, también, cómo sus letras me miran con reproche, destilando las verdades que no siempre quiero leer. Y son sus letras las que me rozan con fortaleza y zarandean mis brazos para que los mueva, para que siga, para que no lo haga, para que siempre lo siga haciendo…

El piensa que no es poeta. Pero los poemas nacen de sus manos, como las raíces del árbol frondoso nace de la tierra fértil. El piensa que no tiene inspiración para ser poeta, sin embargo su vida, sus hazañas, sus aventuras y desventuras pudiesen ser los más bellos poemas, si él los escribiera.

Hoy sonrío en silencio. Me cubro en el tiempo para seguir leyendo sus letras, que para él no son un poema, pero que logran que yo siga en silencio, sonriendo y abrazando mi presente que me conduce a un futuro bueno.

Y entre mi silencio y pensamientos, me quedo inmersa en la estampa que él describe sobre mí y que él dice que no es un poema. Pero yo, mortal al fin y al cabo, sucumbo ante esas letras que forman las palabras más sublimes y que juntas se convierten en un poema.

El escribe: “Mi pobre inspiración de poeta te imagina en el mar, en medio de una tempestad, desde un barco grande y seguro. El viento y el salitre dándote en la cara incesantemente. Tú intentando desatar un cabo que une una pequeña y destartalada yola a tu barco; esta choca incesantemente contra el casco, tu, luchas con las apretadas amarras. Al fin, logras desatar el nudo y la precaria yola parte entre inmensas y endemoniadas olas a encontrar su destino final, a hundirse. Y tu, regresas libre del lastre a puerto seguro”.

viernes, 22 de junio de 2012

La firma


Todos tenemos una firma. Todos debemos tener una firma. Unos las tienen sofisticadas, estilizadas e ilegibles. Otros la tienen concisa, exacta. Algunos hacen trazos y otros obras de arte Cubico. La firma dice mucho de la mano que firma, del brazo que controla esa mano y del corazón y cerebro que articulan ese brazo.


La firma es una escritura gráfica o manuscrita que representa el nombre y apellido, o título que una persona escribe de su propia mano y tiene fines identificatorios, jurídica, representativa y diplomática, según Wikipedia. Su fin es identificar, asegurar o autentificar la identidad de un autor, o como una prueba del consentimiento y/o de verificación de la integridad y aprobación de la información contenida en un documento o similar y tiene carácter legal.

Una firma puede decirte que asciendes de posición laboral o que liberan tu talento de esa empresa o institución. Una firma te dice que aprobaron tu proyecto o bien, que lo han declinado. Una firma ratifica una decisión. Una firma une de por vida y una firma, libera, también de por vida. Y para mí, hoy, por un caso especial y excepcional, esa es la mejor de las firmas.