miércoles, 15 de febrero de 2012

Te recuerdo


Fue un sueño. No me quería despertar. Caminaba descalza por todos los rincones de la casa grande y familiar. La casa de desniveles y paredes muy blancas. Abrí todas sus puertas y cada una de ellas me conducía hacia donde estaba tu máquina de escribir. La Remington con las teclas melodiosas. A pesar de que no te vi, yo sabía que estabas allí, tu esencia, tu alma, tu espirítu. Papi estabas allí, en mi sueño. Desperté de un sobresalto, cuando la alarma me indicó que ya era hora de volver a la realidad. Hoy, he pensando más en ti que lo usual. Te he tenido presente hasta en el más mínimo detalle. En días como hoy, fríos y grises, no te gustaba salir de la casa ni tomar el teléfono. Teníamos un código secreto, yo te llamaba y dejaba que timbrara una sola vez, colgaba y volvía a llamarte. Teníamos tantos códigos...
Con el tiempo me he dado cuenta que me estoy pareciendo más a ti. Tengo tus manías. Por ejemplo, los domingos no me gusta salir de mi casa, me los paso leyendo y escribiendo, como tu hacías. Y lo confieso, no tomo el teléfono a menos que sea un caso especial. Ahora me ha dado con ir al supermercado casi todos los días, simplemente a ver los pasillos y comprar pan. Escribo en una libretita todos los pendientes, igual a ti, solo que nunca se terminan. Hago ese peculiar movimiento con los dedos casi instintivamente y cierro los ojos, pienso en ti y tus dedos. Es el mismo gesto. Heredé tu adicción por el genoa y el brie. Subrayo mis libros, para que sepan que son míos y trato de dar más de lo que recibo, así papi eras tu.
Me estoy pareciendo a ti cada día más. Por eso en ese sueño, en la casa grande de desniveles y paredes muy blancas, cada puerta me llevaba a tu máquina de escribir, me llevaba a ti.
Sembraste tu semilla en mí y cada día germina con más bríos. Especialmente cuando la vida pone a prueba quién soy y estira mis brazos y mis piernas midiendo fuerzas, como lo describió Jacinto Benavente: "tiran unos de sus pies y tiran unos de sus manos". No desespero, porque después de tantos tirones que sufrió Crispín, Benavente le concedió la gracia de poder ver cómo descienden del cielo hilos tejidos de luz de Sol y Luna, que hacen parecer a los humanos, seres inmortales y les anuncian que no todo es farsa en la farsa, que hay algo que es eterno, la verdad.
Papi me enseñaste que la verdad es una señora fuerte y robusta y que da carterazos a quien quiera callarla. Así que mientras tanto, sueño con tu máquina y escucho sus teclas melodiosas escribiendo letras que nunca perecen. Te recuerdo mientras espero.

3 comentarios:

  1. Este es tu papá? Te pareces a el? Mira encontré esto en Google.

    Los llamados mitos históricos del cínico Font Bernard no desmixtifican los fraudes consagrados del palomero arzobispo Meriño ni toda la deformación de los símbolos patrios orquestada por la Iglesia Católica y demás sectores anti-nacionales


    Ramón Font Bernard, cínico, antípoda en cuanto a su condición humana...

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    1. Estimado anónimo, gracias por invertir tu tiempo haciendo busquedas en Google sobre mi padre. Sí, me parezco a mi padre. Y si él estuviese vivo, ahora mismo nos reiríamos de este comentario. El hubiese dicho: si no dicen nada malo de uno, entonces hay que preocuparse. Entiendo perfectamente que esto que has encontrado en Google ameritó mucha busqueda de tu parte y te haya llamado la atención, por ser de los pocos comentarios negativos hacia mi padre. Te propongo que me des tu nombre en vez de esconderte bajo el anonimato, a ver qué encontramos en Google de ti. Te parece? Gracias. Un abrazo.

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  2. Hermosa entrega. El imperecedero recuerdo de una hija, narrado de forma sencilla, con detalles íntimos y sublimes. No conocí a tu Padre, a ti tampoco te conozco. Por alguna razón quiso el destino que tropezara con este Blog. “Todo es un azar que lleva a una causa” Así reza el encabezamiento de tu Blog. Gran valor demuestras al publicar el veneno en forma de anónimo. Permíteme que te admire por ese y otros detalles.

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